El Tercer OjoMuestra
El segundo ojo: intelectual
En mi época de universidad, tuve la oportunidad de enseñar a leer y escribir a un grupo de gente mayor. La mayoría pertenecía a una generación que había experimentado la guerra, y por consiguiente, había perdido la chance de recibir educación formal. Al poco tiempo, cierto día los “alumnos” se me acercaron dándome abrazos y entregándome presentes, diciendo: “Maestro, ¡ahora puedo leer!”. Sucede que, para ellos, las marquesinas y los carteles no eran más que una señalización con diferentes signos y colores. Pero el aprendizaje les cambió la vida.
Sucede que aparte de los ojos físicos, el ser humano tiene un segundo ojo: el intelectual. Es decir, vemos hasta donde sabemos. Es ahí cuando todo lo que pasaba desapercibido, ahora recobra una importancia increíble. Adán y Eva no sentían vergüenza aunque estaban desnudos (Génesis 2:25). Pero cuando la serpiente se acercó, entraron en confusión. Primero, la serpiente les dijo: “¿Es verdad que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del jardín?” (Génesis 3:1). Dios no les había dicho así, sino que había dicho: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no deberás comer. El día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:16-17). Segundo, también les dijo: “No es cierto, ¡no van a morir!” (Génesis 3:4). Esto es mentira, ya que Dios les había advertido: “Ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Y prosiguió: “Dios sabe muy bien que, cuando coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y llegarán a ser como Dios, conocedores del bien y del mal” (Génesis 3:5). Esto es lo que yo denomino el segundo ojo; el ojo intelectual que consiste en ver lo que antes no se veía.
Es por eso que, no debemos abrir nuestro ojo intelectual a los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida, porque esto no proviene de Dios, sino del mundo (1 Juan 2:16). ¡Sino todo lo contrario! Debemos reposar nuestra mirada en la Palabra de Dios y meditar en ella de día y de noche a fin de conocer cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2). El salmista rogó a Dios para que abriera su ojo intelectual, y entender sus preceptos y leyes. “En tus preceptos medito, y pongo mis ojos en tus sendas” (Salmo 119:15). “Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu ley” (Salmo 119:18). “Aparta mi vista de cosas vanas, dame vida conforme a tu palabra” (Salmo 119:37). “Mis ojos se consumen esperando tu promesa, y digo: ¿Cuándo vendrás a consolarme?” (Salmo 119:82). “Mis ojos se consumen esperando tu salvación, esperando que se cumpla tu justicia” (Salmo 119:123). “En toda la noche no pego los ojos, para meditar en tu promesa” (Salmo 119:148).
Escrituras
Acerca de este Plan
La frase dice: “Cada uno ve lo que sabe”. El ser humano tiene 3 clases de vista. El primer ojo es el físico, el segundo es el intelectual, y el tercero es la visión espiritual. En este Plan de 3 días, el Dr. Ariel Kim te ayudará a abrir tu mirada espiritual para que veas el mundo con otros ojos.
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Nos gustaría agradecer a La Cuarta Dimension Latinoamerica por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://peniel.com/product/el-tercer-ojo/?v=7516fd43adaa