El Tercer OjoMuestra

El tercer ojo: espiritual

El ojo físico es importante porque a través de él vemos el mundo. El ojo intelectual es transformador porque a través de él vemos los que otros no ven, pero el ojo espiritual es vital porque determina el éxito de nuestras vidas.

Sucedió cuando el rey de Siria estaba en guerra con Israel. Al fracasar en sus intentos de acampar en tal y tal lugar, apuntó al profeta Eliseo como el culpable de todos los males. Entonces, envió un destacamento grande con caballos y carros de combate. Llegaron de noche para cercar la ciudad. Por la mañana, cuando el siervo de Eliseo vio esto, se sintió amenazado, y dio lugar al temor, al decir: “¡Ay, mi señor! ¿Qué vamos a hacer?” (2 Reyes 6:15). Eliseo le respondió: “No tengas miedo. Los que están con nosotros son más que ellos” (2 Reyes 6:16). Sucede que, Eliseo tenía una mirada espiritual que su siervo no tenía. Es por eso que, oró a favor de su siervo diciendo: “Señor, ábrele a Guiezi los ojos para que vea” (2 Reyes 6:17). Cuando el siervo abrió su ojo espiritual, vio que la colina estaba llena de caballos y de carros de fuego alrededor de Eliseo. Y Dios castigó a los sirios con ceguera (2 Reyes 6:18). Qué increíble contraste, ¿no es así? ¿Notas la diferencia? Guiezi vio caballos y carros de combate, ¡mientras que Eliseo vio caballos y carros de fuego!

La conocida historia de Bartimeo no solo es impactante por la sanidad física, sino por la apertura espiritual. Fíjate que Bartimeo era ciego físicamente hablando, pero no lo era espiritualmente. Mientras la gente identificaba al hijo de Dios apenas como “Jesús de Nazaret” (Marcos 10:47), el ciego lo reconoció como el “Hijo de David” (Marcos 10:47-48). Cuando recobró su primer ojo, es decir, el físico, no hizo más que seguir a Jesús en el camino (Marcos 10:52).

Abre tu tercer ojo, el ojo espiritual. Contempla al mundo como Dios lo ve. Tu vida cambiará porque verás todo desde una perspectiva única de la Cuarta Dimensión del Espíritu Santo. Que nuestra oración sea: “¡Rabí, quiero ver!” (Marcos 10:51). Y que la obra del Espíritu Santo sea: “Y recobró la vista espiritual, el tercer ojo, y empezó a seguir a Jesús por el camino” (Marcos 10:52, paráfrasis mío).