Ser Padres Con GraciaMuestra

Gracia y tolerancia

La gracia no es un antídoto para los efectos del pecado. Y la gracia no es tolerancia. A menudo se piensa que la tolerancia y la gracia van juntas. Se muestra gracia a los demás mostrando tolerancia hacia ellos. Una definición de diccionario de la tolerancia incluye «reconocer y respetar las creencias y prácticas de los demás sin compartirlas» y «aguantar a los que no están de acuerdo».

En la cultura actual, la tolerancia ya no es reconocer y respetar; se ha convertido en «respaldar y abrazar». Incluso permanecer en silencio es inaceptable. Cualquier variación de la visión culturalmente aprobada se considera no solo incorrecta, sino malvada. Ante la intolerancia cultural, ¿cómo podemos enseñar a nuestros hijos la gracia y la verdadera tolerancia?

La tolerancia debe empezar en casa. Enseñamos a nuestros hijos a tolerar a los demás, no a exigir tolerancia para ellos mismos. La verdadera tolerancia comprende que somos imperfectos y que necesitamos frecuentemente el perdón y la gracia, y esto incluye a papá y mamá. Si cometemos un error contra alguno de nuestros hijos, es prudente pedirles perdón. Cuando nuestros hijos nos ven amar, perdonar, pedir perdón, aceptar y mostrar gracia a los demás, aprenden la tolerancia.

El reto para los padres en una cultura en la que lo que Dios llama pecado se ha convertido en «la nueva normalidad», es que los hijos necesitan aprender que la gracia no significa tolerancia al pecado. El pecado es una ofensa a Dios, quien nos ha extendido libremente su gracia. Amando y aceptando a una persona que está en la esclavitud del pecado, sin aprobar su pecado, es como mostramos la tolerancia con la gracia.

Un niño que crece en una familia donde la gracia y el perdón se muestran constantemente, aprende que los pecadores son de gran valor para Dios y no están fuera del alcance de su perdón y restauración. Pero exigir tolerancia al pecado es un rechazo a Dios. Cuando pecamos, tenemos que confesarlo y recibir la gracia perdonadora de Dios.

Si nuestro hijo pecador nos exige tolerancia, debemos recordar que la gracia no significa excusar el pecado; significa amarlo lo suficiente como para decírselo. Aunque su pecado es una ofensa a Dios, sigue siendo precioso, valioso y amado, no solo por nosotros, sino también por su Padre celestial. Es nuestro Dios y Salvador Jesucristo contra quien está pecando y es Él quien se entregó para redimirlo y perdonarlo. Esa es la esencia misma de la gracia.