Ver a DiosMuestra

Verle a Él

Hay una gran diferencia entre haber oído acerca de Dios y haberle visto. Job lo experimentó casi al final de su dura prueba, cuando después de haber escuchado los planteamientos de Dios, se dio cuenta que estaba muy lejos de conocerle. “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven.” Job 42:5

Ocurre lo mismo cuando dejamos que las tradiciones religiosas, las opiniones de los que proclaman conocer a Dios pero que están muy lejos de conocerle y las cosas aprendidas que no tienen ningún fundamento bíblico, nos den una imagen de Dios incorrecta.

Job reconoció su error y con un espíritu que demostraba una gran humildad, le dijo a Dios: “Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás.” Job 42:4 Este es el mejor comienzo, que tengamos la humildad para reconocer que nuestra enseñanza proviene de Dios. Muchas veces esto requiere que nos despojemos del cuadro que el mundo nos ha pintado de Dios y con una actitud humilde y genuina le pidamos a Dios que nos permita verle.

La más importante revelación que ha hecho Dios de sí mismo es a través de su Hijo Jesucristo. “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Jn. 14:9 ¿Queremos ver a Dios? Veamos a Jesús. Veamos sus obras, sus enseñanzas, sus gustos y disgustos, sus reacciones, sus conversaciones con el Padre, su dependencia del Espíritu Santo, sus santas virtudes. Pablo supo desde el principio lo importante que era conocer a Jesús. Tan importante que todo lo demás lo dio por basura con el fin de conocerle. “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.” Fil. 3:8

Si queremos ver a Dios, Jesús nos lo muestra. ¿Cómo conocemos a Jesús? A través de las Escrituras, Jesús les dijo a sus discípulos, “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí.” Jn. 5:39

Debemos gozarnos en saber que, a pesar de la infinita majestad de Dios, podemos conocerle. Más aún, debe producirnos una gran alegría el saber que ese Dios infinito y soberano, quiere que le conozcamos. Su invitación es a que nos acerquemos. “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.” Stgo. 4:8