La Belleza de la Gracia

Cuando el rey vio a la reina Ester de pie en el atrio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió hacia Ester el cetro de oro que estaba en su mano. Ester entonces se acercó y tocó el extremo del cetro (Ester 5:2).

Una joven huérfana, criada por su tío, de pronto está entre el grupo de las posibles candidatas para sustituir a la reina. Luego de un año de preparación, ocultando su identidad, Ester es coronada como la nueva reina. Estando ya en el palacio, se entera del plan de Amán para destruir a todos los judíos. Es en este punto donde ella tiene que decidir qué hacer. Nadie podía presentarse ante el rey, a menos que él solicitara su presencia. El gran plan de la reina Ester fue acudir a la gracia de Dios. Convocó ayuno por tres días y luego se presentó ante el rey, halló gracia y salvó a su pueblo.

Muchas veces confundimos lo que realmente es la gracia. A veces pensamos que gracia es el carisma, nuestra capacidad de influencia en otros. Creemos que la gracia es tener ese brillo o persuasión para entrar a lugares o establecer nuevas relaciones. La gracia es algo otorgado por Dios. No depende de mi esfuerzo, mi talento, habilidad, dones, carisma, ni belleza.

Ester, antes que confiar en su belleza, confió en la belleza de la Gracia de Dios. Algunas personas prefieren usar todos sus recursos naturales y su propia sabiduría, para lograr sus objetivos o metas en mente. La reina Ester no usó este recurso, ella recurrió al ayuno y a la oración, sometiendo su ser en una completa sumisión y dependencia de Dios. Ester nunca se condujo como una huérfana, se condujo como una hija de Dios. Un corazón sano no vive en orfandad espiritual, puede relacionarse con Dios como Padre y sostenerse en la Gracia de ser hijo de Dios.

Cuando dependemos de la belleza de nuestros dones, talentos y carismas, estamos usando nuestras propias fuerzas. Corremos el riesgo de usar a las personas buscando nuestros objetivos, podemos comprometer nuestros valores y nuestras acciones pueden ser motivadas por intenciones incorrectas. ¿A qué estamos llamadas? ¿A depender de lo que humanamente puedo hacer o a depender de la Gracia de Dios? Ni la belleza física, talentos, habilidades y dones abren puertas; las puertas de nuestro destino las abre la Gracia de Dios.

Te invito a realizar un listado de tus sueños, aspiraciones y metas. Ponlos en las manos del Señor y cree que la Gracia de Dios abrirá puertas para ti. Recuerda, la belleza de Ester le abrió el palacio, pero la audiencia ante el rey, fue la Gracia de Dios.