No Te CubrasMuestra
¡JESÚS ES EL CENTRO!
Normalmente vivimos al pendiente de un milagro especìfico o en alcanzar objetivos. Creemos que únicamente eso es la bendición y que se encuentra lejana y externa a nosotros. Eso causa que no seamos capaces de ver que en todo momento estamos rodeados de los milagros de Dios y que habitamos en Su bendición. Así que no tenemos que esperar una en especial. Sabemos que Su promesa es actual y eterna.
Deléitate asimismo en Jehová, y Él te concederá las peticiones de tu corazón (Salmo 37:4). Siempre y cuando no vayan en contra de Su palabra, todas las demás cosas serán añadidas. Primero debemos buscar el Reino de Dios, ajustarnos a Cristo como uno solo en Él y dejarnos transformar para conocer Su voluntad que es buena, agradable y perfecta (Romanos 12:2).
En varias ocasiones nos concentramos en buscar una cierta bendición que sería para nosotros, como por ejemplo una relación amorosa, un empleo, un título, entre otros. Y sucede que sacamos a Dios de Su lugar, luego pasamos a colocar este objetivo en el primer lugar en nuestras vidas y le damos más importancia de la que debemos darle. Pero, todas estas cosas son secundarias. Presentemos como objetivo entregar al Señor cada aspecto de nosotros mismos y de nuestro alrededor, no excluyendo deseos o responsabilidades que tengamos, sino redistribuyendo el papel que ocupa cada cosa para nosotros, siendo Cristo el centro.
Aceptemos que todo se trata de Él y confiemos como lo hicieron nuestros antepasados. Abel por fe ofreció lo mejor en su sacrificio. Por la fe, Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte. Noé, por la fe, fue advertido de cosas que en ese momento no se veían y logró salvar a toda su familia aún sintiendo temor. Y Abraham fue llamado a ir a un lugar que no conocía, pero obedeció por fe. Por la fe el pueblo cruzó el Mar Rojo como por tierra seca; pero, cuando los egipcios intentaron cruzarlo, se ahogaron.
Todos ellos vivieron por la fe, y murieron sin haber recibido las cosas prometidas. Más bien, las reconocieron a lo lejos. Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa. Esto sucedió para que ellos no llegaran a la meta sin nosotros, pues Dios nos había preparado algo mejor (V. 13,39,40).
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos (Hebreos 11:1,2). En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que recompensa a quienes lo buscan (V. 9).
Seamos como Job y José que confiaron en Dios a pesar de lo que les ocurría. Y, aún perdieron todo sabían que teniendo a Dios no hacía falta nada más. Que no se trata de amarlo por lo que nos pueda llegar a dar o permitir, sino de amarlo y buscarlo por lo que es.
Job y José se mantuvieron fuertes y confiados en Jehová, teniendo presente cuán grande es el amor del Señor en lugar de pensar como Pedro, que tenía más en cuenta como él creía que amaba a Dios, y aun así lo negó tres veces (Mateo 26:33-35).
Escrituras
Acerca de este Plan
Todos queremos ver la bendición que Dios tiene para cada uno de nosotros, aunque en repetidas veces, nosotros mismos somos los que no permitimos que esta se manifieste.
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Nos gustaría agradecer a Agustina Rojas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://linktr.ee/agustinarojasbible