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Él Sana Nuestras Heridas

DÍA 2 DE 3

Un encuentro necesario

Juan 4:1-42

“En Juan 4:1-42 Jesús cruza límites estrictamente culturales que separaban razas (en el sentido general de pueblos culturalmente distintos), géneros y condición moral, señalando así la unidad nueva y final en el Espíritu” (Craig Keener).

¿Lo leíste? ¡Comenzamos!

En el devocional anterior vimos la sanidad física y la liberación espiritual de una mujer que necesitaba de Cristo, pero Jesús no se detiene sólo en esos dos aspectos, sino que también trata con nuestra enfermedad emocional.

Uno de los problemas que menos tratamos en nuestra vida son los emocionales. Ya sea que hayamos terminado una relación, o que un familiar nos maltrató emocionalmente ofendiéndonos con algunas palabras, etc. Toda nuestra vida no gira en torno a lo físico y espiritual. Aunque sea muy importante, no es suficiente; Dios también se fija en tu vida emocional.

Una vida de madurez emocional nos ayuda a tomar decisiones convincentes y nos aleja de cualquier error por pasiones efímeras que podrían perjudicar toda nuestra vida.

La samaritana de la historia de Juan 4:1-42 cometió ciertos errores debido a su inmadurez emocional. Había tenido varios esposos, cinco para ser exactos (v. 18), y no estaba casada con el hombre con el cual vivía en ese momento. Pero a Jesús “le era necesario pasar por Samaria” (4:4). Recuerda esto: Jesús llega a tu vida en el momento que más lo necesitas, y es evidente que lo necesitas todos los días.

Los judíos y los samaritanos eran bandas contrarias debido a ciertos problemas que hubo en la construcción de las murallas de Jerusalén. Para llegar a Galilea de forma directa, los judíos debían pasar por Samaria, pero la enemistad entre estos dos pueblos era tan grande que ellos decidían tomar el camino más largo (que era por el río Jordán) para no rozar con los samaritanos. “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber”. He aquí la razón por la cual la samaritana se sorprendió por el hecho de que Jesús le haya pedido agua; Es posible que el Maestro haya estado sediento durante ese día, ya que era “como hora sexta” (era las 12:30 p.m.).

En el contexto histórico, los patriarcas Isaac y Jacob conocieron a la madre de sus hijos cerca de un pozo, y de ahí nació la creencia de que cualquier hombre que fuera a un pozo y hablara con una mujer, su intención era enamorarla.

Mientas conversaban, Jesús (que lo sabe todo) notaba ciertas incertidumbres. Era rechazada por la sociedad debido a sus inestables decisiones a la hora de contraer matrimonio. Tenía creencias erróneas sobre las escrituras debido a ciertas especulaciones que había sobre el significado de los pozos u objetos. Todo eso estaba ligado a su vida, y su vida futura parecía tener un final no muy feliz.

Aquel que transforma los corazones, le dijo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”. La mujer no entendía nada, y le cuestiono dónde tiene esa “agua viva” si no tiene con qué sacarla. Ella no veía el propósito de Dios para con ella. Jesús se refería al agua de salvación que nos brinda cada día. Cristo le dio lo que necesitaba: ser escuchada, comprendida y aconsejada.

Sorprendida al darse cuenta de que sostenía una conversación con el Mesías esperado, no lo pensó dos veces para ir a su pueblo y hablarles de aquel encuentro diciendo: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho” (Jn. 4:29).

Posiblemente los samaritanos no creían por completo su testimonio. Las mujeres no tenían voz ni voto; mucho menos las adúlteras o fornicarias. Pero para Dios no hay limites para predicar su Palabra desde una vida transformada. El hecho de que esta mujer dejó su cántaro en aquel pozo significa que recibió aquella agua viva de salvación. Su perspectiva de vida cambió por completo dirigiéndose al Redentor de este mundo. Siendo ya convencidos de que hubo alguien que le dijo todo lo que había hecho, se dirigieron al lugar donde estaba Jesús, y recibieron la Palabra de Dios que da Vida Eterna.

Si no fuera por aquella mujer “adúltera o fornicaria”, dicho pueblo no hubiera conocido a aquel que dejó todo en el cielo para morir por nosotros y redimirnos de nuestros pecados. Todo pasó por escuchar, comprender, y aconsejar a una persona enferma emocional y espiritualmente.

Hoy te invito a tomar de esa agua que todos necesitamos: el agua viva de salvación.

-Richard Paredes.

Escrituras

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Acerca de este Plan

Él Sana Nuestras Heridas

"Todos en algún momento de nuestras vidas hemos sufrido ya sea en lo emocional, mental, espiritual, o físico. Tratamos de buscar una solución inmediata, pero nos olvidamos de Cristo. Es por esto que te invito a leer este plan bíblico el cual te ayudará a entender que Dios está ahí para sanar tus heridas no importando lo grandes que sean". - Richard Paredes (Director del ministerio Andad En Él).

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Nos gustaría agradecer a Andad en Él por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/andadenel/