El Poder De Un Corazón AgradecidoMuestra

Sembrar y cosechar: El fruto de un corazón desagradecido

Se llama la “Ley de la siembra y la cosecha”, y es que lo que plantamos crece y se convierte en el fruto que cosechamos en nuestra vida. Pablo explicó bien este principio en Gálatas 6:7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Jesús, por otro lado, habló en estos mismos términos en Mateo 7:16-18 cuando advirtió: “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos”.

Hay consecuencias, tanto buenas como malas, en base a quiénes seamos y lo que hagamos. Un árbol bueno dará buen fruto, y un árbol malo dará fruto malo. Podemos ver eso en Romanos 1:21 con más detalle: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. Mire la causa y el efecto: había algunos que no glorificaron a Dios como a Dios y no fueron agradecidos con Él. Esta es la causa… El efecto de esa causa fue que “se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”.

¡Eso sí es un “fruto malo”! Un corazón desagradecido conduce a un razonamiento vano, y no permite razonar según la realidad. También cubre el corazón de oscuridad, haciendo que usted valore lo que no tiene valor y que devalúe los tesoros de la vida, dando por hechas las cosas importantes y significativas. En definitiva, sembrar un corazón agradecido en nuestras acciones nos produce una cosecha de esperanza y felicidad en el Señor por la que estamos agradecidos.