En El MedioMuestra

Once kilómetros:

Y qué pasa si el camino parece ser diferente a todo lo que parecía o apuntaba a ser.

Te contextualizo un poco, tres años increíbles fueron los que pasaron 12 personas con caminos, pasados, sueños y trabajos distintos. Junto a alguien que se hacía llamar el Mesías.

Tres grandiosos años llenos de propósito, formación, cosas imposibles, llenura, cercanía. Fue tanto lo que ocurrió en ese tiempo que todas las cosas que pasaron nunca se lograron registrar. Porque de ser así, tendríamos una biblioteca para dar la vuelta al mundo. Y, ¿quién iba a ser capaz de escribir todo eso?


El día del que tanto se había hablado llegó. Jesús había muerto. Pasó un día y el mundo de esos 12 estaba despedazándose. La promesa, el sentido de vivir, todo lo que dejaban atrás, todo lo que estaba ocurriendo en ese momento hablaba de una realidad. El camino había terminado, había sido bueno mientras duró, pero la realidad era que Jesús ya no estaba. Pasó el egundo día y ocurría lo mismo, aún se podía ver como la piedra sellaba y separaba sus cuerpos vivos de lo que en algún momento había corrido vida y poder completo del Espíritu, el cadaver de Jesús. A medida que pasaban los días la realidad golpeaba más sus mentes y sus vidas. Los 12 especiales, los 12 amigos, los 12 que nunca habían vivido algo así; estaban renunciando a la esperanza que había crecido con el tiempo.

Pero, al tercer día la tumba estaba vacía, las cosas parecían cada vez peor. ¿Alguien había robado el cuerpo de Jesús? ¿Quién movió esa piedra tan pesada? ¿Por qué no lo dejan en paz incluso en su muerte?

El shock seguía, dos hombres caminaban tristes hablando de la realidad y lo que había pasado.

Y sabes, a veces nos sentimos así. A veces Dios parece hablar tan claro, mostrar tanto, decir tanto. Parece que lo vemos, parece que sabemos a dónde nos lleva, parece que la fuerza se renueva cuando sabemos en manos de quién estamos y para dónde nos está llevando y nos va a llevar. Pero la realidad nos envía a pensar y a sentirnos en un lugar donde las cosas no tienen nada que ver con lo que dijo. A veces la vida muestra un momento donde parece ser el menos adecuado para que Dios se mueva. Los resultados hablan y lo que estamos pasando justo ahora solo habla de incertidumbre, pero nada de seguridad. Olvidamos aquella vez cuando Papá habló y nos paró sobre la roca.

Ocurrió algo el domingo en la mañana. Dos de los que seguían a Jesús caminaban un trayecto largo y se toparon con un hombre que preguntó qué había pasado, pues ellos estaban hablando de algo que los había matado en vidas. La muerte de un rey.

Lo que no sabían estos dos es que durante once kilómetros estuvieron hablando con el Rey y no lo supieron hasta que Él dejó verse. Pero durante esos kilómetros no podían ver nada. Sin embargo, Jesús estaba ahí.

No sé cuales son tus once kilómetros, quizá esos once kilómetros han sido años, meses o toda una temporada que no tiene que ver con lo que Dios te habló, o eso crees. Pero quiero que sepas que Jesús está en ese camino, en ese trayecto. En esos once kilómetros, Jesús está disfrazado en lo que menos tiene que ver con eso que estás viendo.

Quizá no es tu empleo soñado, quizá tuviste que salir de un lugar que no querías. Quizá Dios te llamo para algo impresionante, pero por ahora estás desempleado o estás trabajando en algo que no tiene nada que ver. Quizá me lees desde un hospital por algo que nunca planeaste; quién planea estar allí.

Quiero que veas que Jesús está allí. Tal vez no está de la manera que siempre lo has visto, pero Él está allí metido en esos once kilómetros contigo, preguntando que pasó, caminando ese momento contigo y recordándote quién es y porque pasamos por lo que pasamos.

Recuerda, que este en el medio, esto que está ocurriendo aquí en la mitad de tu vida son once kilómetros. No es el destino final solo es un recorrido. En donde Jesús está y está más vivo que nunca.