El equipo que gana campeonatos

Llegamos al final de nuestro estudio. Hemos visto que Jesús formó un equipo porque él sabía que el cristianismo no es para vivirlo en soledad. Todos necesitamos el apoyo y la ayuda de los demás.

En un equipo cada jugador cumple un rol específico, y trae habilidades, experiencias y personalidades particulares. Un equipo diverso con un objetivo común puede ser la clave para alcanzar la meta, y para que cada uno logre lo mejor de sí.

Lucas usa dos palabras interesantes: discípulo y apóstol. Un discípulo es un seguidor de… Jesús como un “Director Técnico” está enseñando y ellos lo escuchan. Jesús está dando indicaciones, y ellos las obedecen. Jesús los guía, y ellos lo siguen. Están bajo su autoridad. Hay un orden.

Y esto es importante, porque hay personas que les gusta estar en autoridad, pero no les gusta estar bajo autoridad. Quieren mandar pero no les gusta obedecer. La Biblia dice que “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” (Santiago 4:6). Los que no respetan la autoridad, no le hacen bien al equipo.

Así que Jesús toma a los que están bajo autoridad, los discípulos, y les da un nuevo rol: apóstoles, que significa ‘enviado’. Es como un embajador. La figura es la de un rey que elige a alguien, y lo manda en una misión a otro país, como representante de su autoridad y portavoz suyo.

Los apóstoles forman un equipo. A algunos los conocemos más y tienen roles más expuestos (como Pedro o Juan) de otros no sabemos ni su historia, porque aunque tal vez no eran los que hacían los goles, ¡ayudaban al equipo a ganar el partido!

Jesús llama a sus 12 discípulos a cambiar la perspectiva de “venir a ver” a “ir a servir”. De ser un espectador a ser un jugador. En algún momento, como cristianos tendremos que pasar de la tribuna a entrar al campo de juego.

Y, un día, nuestra vida en esta tierra terminará. Nos tocará entregar la camiseta, colgar los botines, ¿cómo será ese día? ¿Serás fiel hasta el fin, cueste lo que cueste o terminarás derrotado, como Judas Iscariote? Mi oración es que al final del campeonato puedas levantar la copa. En palabras bíblicas, “recibas tu corona”.

No te des por vencido, aunque hayas perdido algún partido. Se fiel hasta el final. Entonces, y solo entonces, habrás ganado el campeonato de tu vida.

Ver capítulo 8

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