Florecimiento: 21 días para que el Fruto del Espíritu florezca en tu vidaMuestra
La carta del amor
Por Jelani Lewis
Estimados hermanos, amémonos unos a otros porque el amor viene de Dios. Todo el que ama tiene a Dios como su Padre y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor (1 Juan 4:7–8 PDT).
Mi esposa y yo llevamos casados poco más de una década. Nos conocimos cuando la entrevisté para ser mi asistente. (¡No me juzguen! El Señor trabaja de maneras misteriosas). Ella y yo reímos de eso ahora porque técnicamente me rechazó para el trabajo, pero afortunadamente, ¡me aceptó de por vida! De todos modos, unos meses después de nuestra boda, una pastora de edad avanzada nos dio un profundo consejo matrimonial. Dijo: «Cuando te casas, es como si Dios te diera dos cartas de naipe. Una carta es la carta del “amor” y la otra es la carta del “cambio”. Si eliges jugar la carta del cambio con tu cónyuge (lo que significa que gastas tu tiempo, esfuerzo y energía tratando de cambiarlo o convertirlo en lo que crees que debería ser), es como si Dios dijera: “Bueno, entonces yo simplemente los amaré”. Sin embargo, si eliges jugar la carta del amor (lo que significa que gastas tu tiempo, esfuerzo y energía en cómo amar mejor a tu cónyuge), entonces Dios dice: “Genial. Ahora tendré la oportunidad de cambiarlos a ambos”.
Lo interesante es que no hay un solo caso en las Escrituras en el que Dios nos llame a cambiar a alguien. Sí, estamos llamados a ser luz que influya en un mundo oscuro. Sí, se nos exhorta a ser una ciudad sobre un monte. Y sí, nuestra comisión es hacer discípulos. Sin embargo, lo que no encontraremos son Escrituras que digan: «Amados, cambiémonos unos a otros», o «Un mandamiento nuevo os doy: como yo os he modificado, modificaos unos a otros». O mi favorita personal: «Repara a tu prójimo». Es posible que me lo haya perdido en la Biblia App de YouVersion en alguna parte, pero no creo ya que convertir a las personas en lo que queremos o creemos que deberían ser no se encuentra en ninguna parte de las Sagradas Escrituras.
Sin embargo, lo que sí encontramos es un mandato claro de amar. El Apóstol Juan escribe en 1 Juan 4:7–8: «Estimados hermanos, amémonos unos a otros porque el amor viene de Dios. Todo el que ama tiene a Dios como su Padre y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor». Pablo también se hace eco de este sentimiento cuando anima a los creyentes de Corinto sobre la importancia del amor y les ayuda a entender exactamente cómo es amar a las personas: «El amor es paciente y bondadoso. El amor no es celoso ni fanfarrón ni orgulloso ni ofensivo. No exige que las cosas se hagan a su manera. No se irrita ni lleva un registro de las ofensas recibidas. No se alegra de la injusticia sino que se alegra cuando la verdad triunfa. El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia» (1 Corintios 13:4–7 NTV).
Jesús incluso desafía a Sus discípulos en Lucas 6:35 a «¡amen a sus enemigos!» Esto no significa que nos resignemos a ser simplemente un limpiabarros. Tampoco significa que nunca abordemos un problema o establezcamos un límite. Por el contrario, a veces lo más amoroso que podemos hacer es poner un límite o decir la verdad con amor. Sin embargo, independientemente de la situación, la pregunta no es: «¿Cómo puedo cambiarlos?» La pregunta es: «¿Cómo se ve el amor?». Y lo mejor es que el amor es un don del Fruto del Espíritu, lo que significa que si nos sometemos a la dirección del Espíritu Santo y nos mantenemos íntimamente conectados con Jesús, Dios realmente produce Su amor en nosotros.
Como todas las parejas, mi esposa y yo hemos tenido nuestra parte de conversaciones «animadas» a lo largo de los años. A menudo, los momentos de mi mayor frustración surgen porque ella opera de manera diferente a la mía (y, por supuesto, mi manera debe ser la correcta). Después de esas discusiones, cuando hago una pausa para escuchar al Espíritu Santo, a menudo me susurra una pregunta simple: «¿Cómo se ve el amor?». Las veces que he elegido la carta del amor, por la gracia de Dios, lo he visto hacer una obra en mi corazón que muchas veces nos lleva a la transformación de ambos.
Así que hoy, imaginemos que nos han dado dos cartas. En lugar de tratar de cambiar a todos, ¿qué pasa si decidimos someternos al Espíritu, permanecer conectados con Jesús y simplemente amar? Amar a nuestro cónyuge, a nuestros hijos y a nuestros hermanos. Amar a nuestros colegas, compañeros de clase y vecinos. Y sí, incluso amar a nuestros enemigos. Después de todo, si jugamos la carta del amor, podríamos darle a Dios la oportunidad de cambiarnos a todos.
Oración
Padre, gracias por el don del Espíritu Santo. Hoy, me someto a la dirección de Tu Espíritu, y mientras lo hago, que Tu amor se produzca en mí. Ayúdame a elegir hoy no intentar cambiar a todos, sino por Tu gracia, amarlos. En el nombre de Jesús, amén.
Para mayor reflexión
- Pregúntale al Espíritu Santo si Él te está pidiendo que ames a alguien en quien te has enfocado en cambiar.
- ¿En qué forma práctica podrías expresar amor hacia esa persona hoy?
Acerca de este Plan
Este devocional de 21 días está lleno de verdades bíblicas y estimulantes historias sobre cómo el Espíritu Santo produce amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio en tu vida. Diariamente, mientras reflexionas acerca de lo que significa permanecer en Cristo como la Vid, ¡empezarás a ver florecer el Fruto del Espíritu en tu vida!
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Nos gustaría agradecer a Gateway Church por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://gatewaydevotions.com/