Tu hijo soyMuestra

En esta parte de la historia hay dos sucesos que me revelan el corazón de nuestro Padre bueno. El primero es el momento en el que el padre ve a su hijo a lo lejos y no espera a que este culmine el camino de regreso a casa, sino que corre a su encuentro. Dice la Biblia que el amor no guarda rencor, y este es el amor que nos muestra Dios, que aun después de que le dimos la espalda y decidimos caminar lejos de Él, en el momento en el que reconocemos nuestros errores, damos media vuelta y ponemos nuestra mirada nuevamente en Él, no toma la actitud de un espectador y observa a lo lejos cómo caminamos de regreso a Él, sino que toma la actitud de un Padre amoroso y corre a nuestro encuentro para ayudarnos a caminar de regreso a casa. El segundo suceso es cuando el hijo menor le dice a su padre: “¡Ya no merezco ser tu hijo!”. Inmediatamente, el padre hace caso omiso de esas palabras necias y empieza a tener atenciones con el que le recuerden que no es siervo o esclavo, sino que es hijo. Quizás en algún momento hemos llegado a sentirnos “no hijos” por culpa de las faltas que cometimos contra Dios y pusimos rótulos sobre nuestras frentes con el nombre del pecado que cometimos, pero hoy Dios quiere que entendamos que lo que define nuestra identidad no es ese pecado, sino el amor que Dios nos tiene, por medio del cual recibimos el título de hijos de acuerdo a 1 Juan 1:3 "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios".

Oración

Dios, gracias por poner Tu amor por encima de mi pecado, y gracias por correr a mi encuentro y atraerme a Ti con lazos de amor. Hoy, acepto Tu amor, aunque no lo pueda entender, y acepto la identidad que me das junto con ese amor. Gracias por ser mi Padre y por llamarme tu hijo. Amén.