Aunque Estés en Valle De Sombra Y De MuerteMuestra

En todo tiempo, su Palabra.

El valor que tiene la Palabra de Dios es incalculable. El estudiarla, escudriñarla, memorizarla (en la medida de lo posible), meditarla y entenderla, nos nutre de tal manera que es difícil imaginarlo. Cuando llegan esos momentos de tribulación lo único que necesitamos y nos ayuda es que el Espíritu nos traiga a memoria las verdades reveladas para aferrarnos a ellas. De ahí, la importancia de mantenernos en comunión con el Padre y con su Hijo.

Escrito está: "Tu Palabra es la fuente de mi esperanza" (Salmo 119:114). En realidad, su Palabra es la única fuente de vida que podemos tener garantizada por el poder, la fe y la gracia que nos ha otorgado la salvación en Cristo Jesús. En todo tiempo, su Palabra, debe ser nuestro sustento porque en la Palabra fidedigna de nuestro Padre Eterno, encontramos consuelo, paz, fuerza, gozo, esperanza. En su Palabra encontramos todo lo que necesitamos en todo tiempo; en su Palabra encontramos a Jesús, el camino, la verdad y la vida.

No es fácil; es doloroso, sufrir cuesta. Sin embargo, es impresionante e indescriptible el poder sentir el gozo de la salvación en medio del sufrimiento y confirmar que todo en realidad se trata de Jesucristo. En Él, está contenida nuestra existencia; con Él, vivir o morir es ganancia. Por su Palabra somos sustentados aunque estemos en valle de sombra y de muerte.

Cuando estuve en la UCI y experimenté ese momento tan sobrenatural que les describí en el tercer día de este plan; comprendí que no hay nada ni nadie que pueda poner en duda la paternidad de Dios, su verdad prevalece por encima de todo.

Mi esposo y yo, somos hijos de Dios, del Eterno. Hemos sido sellados por su Espíritu y le pertenecemos para siempre, eternamente; y tú también.

La manera tan tierna y compasiva, tan dulce y tan fiel en la que fuimos cuidados y sustentados por nuestro Padre, durante todo este último tiempo, fue sorprendente. Proveyó a través de una cantidad de milagros, uno tras otro; garantizando su presencia y su respaldo, evidenciando su amor paternal, su protección y su fidelidad. Él se encargó del más pequeño hasta el más grande detalle.

Quiero animarte para que en este momento de tu vida, clames a Él en gratitud por lo que está permitiendo que vivas. Deja en su control todo lo que está pasando. Ríndete a su voluntad en medio del temor y la angustia que puedas estar sintiendo. No te castigues si sientes esto, ten presente que somos débiles, que solo somos fuertes en el Señor.

Lo maravilloso de todo esto es cómo la gracia en la que vivimos se manifiesta, porque aún estando en sufrimiento y en aflicción, sintiendo temor y angustia; la fe y la esperanza que nos garantiza la Palabra de Dios y en la que nos afianzamos, nos permite en esos momentos de prueba combatir todo temor y ansiedad; permanecemos seguros y confiados en nuestro Salvador.

Hazle saber a Él que confías en su Palabra y que te rindes en total sometimiento a su voluntad. No te puedo decir que responderá como quieres; si lo limitamos a ello, entonces no habrás rendido tu voluntad a Él. Confía, deja que Él obre. Ten la plena certeza de que lo que ocurre, es lo que realmente necesitas y es lo que por su gracia te hará bien.

Él es bondadoso, sabe de tu dolor y no añadirá a tu vida pruebas que no puedas soportar. Él sabe cuál es la salida a eso que estás enfrentando y Él mismo abrirá las puertas para proveer lo que es mejor para ti acorde a sus propósitos. Mientras tanto, sigue confiando en su Palabra porque mientras más confías en su Palabra, más fuerzas vas a tener para enfrentar lo que vives y más consciente de su gloria.