Aunque Estés en Valle De Sombra Y De MuerteMuestra

Mira los milagros durante la prueba.

Les he testificado la manera tan sobrenatural en la que nuestro Padre se encargó de cada necesidad que mi esposo y yo tuvimos durante estos meses de prueba. Es más, les confieso algo: mientras escribo, no tengo la certeza de que este tiempo de prueba haya terminado. Tengo claro que como hijos de Dios, siempre vamos a ser probados en nuestra fe. Sin embargo, espero pueda explicarme bien respecto a lo que quiero decir. Sabemos que las diferentes pruebas que Dios nos permite pasar, siempre tienen un comienzo y un final.

Mi esposo y yo estamos cruzando al otro lado del lago, como cuando Jesús le dijo a sus discípulos: "Suban a la barca y vamos al otro lado del lago". Cuando me refiero "al otro lado del lago", hago referencia al final del tiempo de prueba específico que estamos pasado, lo que con certeza, dará lugar a la fructificación por causa de todas las victorias en Cristo que en el transcurso de este tiempo pudimos obtener. Obviamente sé que vendrán otros tiempos de prueba y que esta preparación que nos da lo que estamos pasando, será usado como instrumento de fortaleza para enfrentarlos.

Confío plenamente en las promesas de Dios y sé que todo lo que nos ha permitido vivir desde que nos adoptó como hijos por su gracia, es para nuestro bien. Estamos destinados a un perfeccionamiento divino que nos lleva cada vez más a una total dependencia de Él y que nos reafirma en la identidad que nos ha otorgado en Cristo Jesús. Vivamos confiados en su voluntad y de esta manera honremos su Nombre.

Espero que pronto, no solo mi esposo y yo, sino tú también, pasemos "al otro lado del lago" para disfrutar de esas otras promesas que nos entregó el Señor, antes y durante el tiempo de prueba. Además, para que sigamos testificando a muchos, las victorias que tuvimos en Cristo Jesús durante la prueba que enfrentamos; porque aún en la prueba somos victoriosos, en Cristo vivimos en victoria.

En medio de la prueba también hay milagros y lastimosamente por el sufrimiento y el dolor que se pueda estar sintiendo, se suelen pasar por alto. Nuestro Padre se manifiesta de manera fiel en esos momentos de tribulación, de forma que podamos fortalecer nuestra fe y permanecer confiados en Él, en todo tiempo.

Soy consciente de todos los milagros que el Señor hizo antes y durante la prueba. Él se encarga de todo, en todo tiempo, de los más pequeños, hasta los más grandes detalles. Cuando nos enfocamos en todos los beneficios de los que podemos gozarnos, en lugar de enfocarnos en el sufrimiento o el dolor que nos aflige, podemos confirmar cuán grande es la fidelidad y la bondad de nuestro Padre.

Mientras pasaba por este tiempo de prueba, pude ver muchos milagros: el milagro de aquellas personas que nos acompañaron (tanto a mi esposo como a mí) y que nunca imaginamos que serían ellos quienes serían usados por nuestro Padre. Ellos oraban, traían palabras de aliento, alimentos y otros recursos según la necesidad de cada día. El milagro de aquellos médicos, especialistas y enfermeros quienes amorosamente se encargaban de cada procedimiento. El milagro de aquella mujer que llevaba los alimentos a las habitaciones con una sonrisa en sus labios y una ternura que sólo podía ser Dios manifestándose a través de ella; el milagro incluso de estar allí en ese lugar, al que tantas veces le temía, pero a través del cual el Señor me permitió conocerlo aún más. El milagro de otros pacientes, por quienes el Señor despertó compasión, a quienes incluía en la batalla que enfrentaba como guerreros caídos que podían encontrar esperanza en la provisión que Dios mismo me proveía a mí. El milagro de aquellas puertas que se iban abriendo cada día y que iban confirmando la promesa de sanidad y restauración de mi salud; el milagro de poder disfrutar de ver un árbol tras la ventana, a través del cual la Palabra me era revelada recordando la grandeza de nuestro Creador. El milagro de aquellos pájaros que cada mañana entonaban melodiosamente su canto; música para mis oídos, aliento para que yo también me motivara a entonar himnos de alabanza para nuestro Padre. El milagro de poder sonreír en medio del dolor y el malestar. El milagro hermoso y maravilloso del que me gozo y del que vivo tan enamorada; mi esposo, guerrero de Dios, a través de quien pude ver manifiesto, el amor y el cuidado que Jesús ofrece a su iglesia en tiempos de aflicción.

Ruego al Padre, que en medio de la aflicción que enfrentas, tus ojos sean abiertos y puedas ver en medio del dolor y el sufrimiento, cuán bendecido eres por Él, cómo cuida de ti y cuántos milagros ha hecho y seguirá haciendo en tu favor, para su gloria.