La Biblia Y El SufrimientoMuestra

Esta semana nos hemos centrado en cambiar nuestra perspectiva al considerar nuestras tristezas momentáneas en comparación con el gozo eterno y supremo de la presencia de Dios.

Aunque la gloria que Dios te promete es casi indescriptible, probablemente experimentes este tipo de cambio de perspectiva todos los días.

Como estudiante, eliges estudiar en lugar de ver tus programas favoritos en exceso.

Como atleta, eliges soportar el dolor del entrenamiento y no ceder ante las calorías y las fiestas nocturnas.

Como amigo, tienes conversaciones difíciles cuando ves que las elecciones de tu amigo son peligrosas.

¿Por qué te negarías a ti mismo o elegirías deliberadamente algo doloroso hoy sino porque esperas algo mejor en el futuro?

Cuando estamos pasando por momentos difíciles, hay un millón de formas en que podemos distraernos. Nos adormecemos con las redes sociales, el alcohol, el trabajo, las relaciones no saludables, la televisión. Pero la cuestión es que esos caminos no conducen a la libertad y la realización. Simplemente empeoran el problema.

En el pasaje de hoy, se nos recuerda que en un lado de la balanza están nuestros problemas que terminarán, y en el otro lado está una gloria que "los supera con creces" y durará para siempre.

Entonces, el desafío para nosotros hoy y todos los días es: ¿En qué lado de la balanza nos enfocaremos? Cuando nos enfocamos en una imagen a centímetros de distancia, llena nuestra visión para que no podamos ver nada más. Pero cuando intencionalmente nos enfocamos en una imagen en la distancia, de repente se vuelve nítida y la imagen más cercana se vuelve borrosa.

¿Permitirás que el dolor de hoy te abrume, o elegirás confiar en que el poder que resucitó a Jesús de entre los muertos está disponible para ti? ¿Te sentirás abrumado por la verdad parcial del dolor de hoy, o te permitirás recordar el panorama general, que incluye cómo Dios está obrando en ti y en el mundo?

Aun si elegimos mal y cedemos a la tentación de complacer nuestros deseos o adormecer artificialmente el dolor, la promesa de misericordia y perdón de Dios es clara.

Mientras lees el pasaje de Apocalipsis, haz una pausa lo suficientemente larga para considerar con precisión lo que significaría para ti experimentar la eternidad sin muerte, amargura, aflicción, ni dolor. Deja que la riqueza de esta promesa invada tu espíritu y fortalezca tu esperanza.

Responde estas preguntas:

• ¿Cuál es un ejemplo de este cambio de perspectiva que has experimentado en tu propia vida? ¿Qué hizo que tu objetivo final fuera digno del “precio” que pagó?
• ¿Qué te ayuda a concentrarte en la máxima gloria de Dios en lugar de tus circunstancias? ¿Orar, hablar con amigos, escribir un diario, adorar o algo más?