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Una Gran Historia

DÍA 2 DE 7

El Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento comienza de una manera muy peculiar: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Génesis 1:1). Esto nos habla de que Dios siempre ha sido Dios. Él, a diferencia de nosotros, nunca ha tenido un principio ni tendrá un fin. Precisamente este atributo es lo que califica a Dios como Dios—Él es un Dios eterno, no un ser creado. La historia comienza allí, con Dios. Dios creó. No nosotros a nosotros mismos. Sino que Dios creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Fue un lugar perfecto, puro, hermoso, glorioso. Dios no solamente creó todo lo que vemos sino también todo lo que somos.

Génesis 1:27 nos dice que Dios creó: “al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; hombre y mujer los creó”. La creación estaba completa. Pero esto no era cualquier creación. Esto era un reino. ¿El lugar? El Jardín del Edén. ¿Los ciudadanos? Adán y Eva. ¿El Rey? Dios. Los tres elementos más fundamentales de cada reino estaban presentes: Rey, reino y ciudadanos. Adán y Eva reinarían con Dios por siempre. Ellos eran los encargados de “sojuzgar” y “señorearse” sobre la creación (Gen. 1:28).
Querido lector, esa siempre ha sido la voluntad de Dios para su creación y su criatura—que el reino de Dios sea poblado por los seres humanos y que los seres humanos estén sobre su creación.

Reflexiona: ¿Quién era el Rey y quiénes eran los ciudadanos del reino de Génesis 1 y 2?

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