Una Gran HistoriaMuestra

El Mesías

El Nuevo Testamento comienza donde el antiguo concluyó. Es por eso que no nos sorprende que las primeras palabras del primer libro del Nuevo Testamento sean: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham” (Mateo 1:1). ¿Lo puedes notar? La Biblia es una historia—una gran historia. El primer evangelista, Mateo, comienza su libro anunciando a sus lectores que Jesús es descendiente del rey David, quien a su vez es descendiente de Abraham. Ya vimos quién fue David, de tal forma que podemos ver que el hecho de que Jesús sea de la familia de David, no es un dato curioso sino uno profético—Dios finalmente cumpliría su promesa de enviar un rey sobre Israel y el mundo. Cuando los lectores originales del Evangelio de Mateo leyeron que Jesús era descendiente de David, inmediatamente se dieron cuenta de que Jesús no solo era un buen profeta, un buen maestro o un ejemplo moral. Jesús era el rey profetizado del Antiguo Testamento. Jesús en efecto era el mejor Adán, el mejor Noé, el mejor Abraham, el mejor David, el mejor rey. No solo eso, sino que Jesús fue el punto de reunión entre Dios y los hombres. Jesús fue el sacrificio que Dios ilustró cuando vistió de pieles a Adán y Eva en Génesis. Jesús es el rey que David no pudo ser.

Reflexiona: ¿Por qué es relevante que Jesús sea descendiente de David?