Madres de la BibliaMuestra

¡Qué mucho hemos aprendido de la maternidad de Ana! Estoy segura que Dios ha hablado aún más a ti de manera personal.

En este día comenzaremos a estudiar la maternidad de María, la madre de Jesús, y así poder seguir exaltando la suficiencia de Dios. Primeramente, sin duda podemos ver cuán valiosa es para Dios la familia, que incluso confió la vida de su propio hijo en las manos de una madre y un padre. Lamentablemente, se ha exaltado a la vasija de barro más que al Tesoro. Con esto me refiero a que se le ha dado más valor al rol de la maternidad que al Dios que nos llamó y nos capacita para la tarea.

El corazón de María nunca fue el de ser exaltada por ser madre, ni por ser la madre del Hijo de Dios. Las palabras de Dios al llamarla fueron claves e importantes de recordar a cada madre en medio de la maternidad. La maternidad es por gracia, con el propósito de engrandecer y dar a conocer al Hijo del Altísimo, Cristo Jesús.

Luego de María escuchar el llamado que Dios le estaba dando a maternidad, ella reconoció que no era capaz (pues era virgen) pero Dios le dio la promesa de cómo Su Espíritu iba venir sobre ella para hacer la obra. Hoy, tú y yo hemos recibido al Espíritu de la promesa, y él es quien nos capacita para la tarea de la maternidad (y la vida misma). Solo debemos tomar una decisión. Despojarnos de nuestra independencia y decir como María: “Aquí tienes a la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a Tu voluntad”.