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La verdad entre creyentes

La cultura es definida como el conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un grupo de personas y naturalmente se transmite de persona a persona, entre generaciones y entre grupos que, debido a su cercanía geográfica, se ven en la necesidad de convivir.

Por eso llamamos cultura a las expresiones de arte, comida y arquitectura de un pueblo, entre otras. Una consecuencia de la cultura es la unidad de las personas que la comparten. Sin embargo, algunas veces, pequeñas diferencias causan división o provocan que las personas sean rechazadas.

En la Biblia, en el libro de los Hechos, encontramos que los discípulos de Jesucristo fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquía. Aunque era una manera despectiva de llamarlos, creaba en ellos la identidad de parecerse a Cristo. También leemos, como parte de las enseñanzas del Apóstol Pablo, que cada creyente es un miembro diferente del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Si vemos esta enseñanza desde un punto de vista más amplio, cada grupo de creyentes, sin importar donde se encuentre, sería parte del cuerpo de Cristo desempeñando una función diferente. Si hacemos la similitud con un cuerpo humano, un grupo de creyentes sería una mano, mientras que otro grupo sería un ojo, pero todos formaríamos parte del mismo cuerpo.

Como consecuencia del crecimiento de la Iglesia encontramos que este Cuerpo se ha dividido. Las diferencias en culturas, formas de pensar y tradiciones que los hombres hemos hecho sobre las enseñanzas de Jesucristo, en lugar de enriquecer al Cuerpo lo han fragmentado, ya que se han creado ciertas corrientes cristianas de las cuales se excluyen a los que no creen de manera similar, a los que no piensan igual y a los que no siguen las mismas tradiciones.

Entre los judíos de los tiempos de Jesús, hubo quienes no pudieron reconocer al Mesías por estar más preocupados por no quebrantar las tradiciones añadidas por los hombres, pero que no tienen nada que ver con el deseo del corazón de Dios de reflejar su amor incondicional a todo el que viene a Él.

Hoy tenemos la oportunidad de reflejar a Jesús con todos a nuestro alrededor: con el tatuado, con el pobre, con el que danza y con el que no lo hace.

Señor, gracias por tu gran misericordia para alcanzarme y rescatarme de donde estaba. Te pido que me permitas mostrar tu amor a todos los que me rodean y manifestar tu perdón y aceptación, como lo hiciste conmigo.