Arma 3: Estrategia

Josué fue el sucesor de Moisés, quien entró a la tierra prometida con el pueblo de Israel. Dios le dijo: «[…] ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas» (Josué 1:9), (Puedes leer la historia completa en la Biblia, en el libro de Josué). Pero lo que quiero destacar de su historia, en este capítulo, es el momento donde Dios le dio una estrategia y con ella pudo vencer al ejército enemigo. Esto sucedió luego de los israelitas haber desobedecido y, por esa razón, haber perdido una batalla anterior.

El Señor animó a Josué a no tener miedo, pero, además, le dio una estrategia para ganar:

«Se levantó Josué junto con su ejército y fueron a pelear contra Hai. Josué escogió treinta mil guerreros y los envió durante la noche con estas órdenes: “Ustedes pondrán una emboscada en la parte posterior de la ciudad. No se alejen mucho de ella, y manténganse en sus posiciones. Yo me acercaré con mi tropa y, cuando los enemigos salgan a pelear contra nosotros, huiremos como la primera vez. Ellos nos perseguirán, pensando que estamos huyendo de nuevo, y así los alejaremos de la ciudad. Entonces ustedes saldrán de su escondite y se apoderarán de Hai. El Señor les dará la victoria. Cuando hayan capturado la ciudad, quémenla tal como nos lo ordenó el Señor. Estas son mis órdenes”» (Josué 8:3-8).

En la Biblia vemos que la desobediencia nunca produce victoria; todo lo contrario: es en la obediencia donde hay bendición y conquista.

Si como princesas guerreras nos mantenemos fieles, obedecemos sus instrucciones y prestamos atención a la voz del Espíritu Santo cuando habla a nuestro corazón, podremos tener la victoria que tanto anhelamos.

Cada día enfrentamos batallas, unas más grandes que otras, y aunque de todas no podamos salir vencedoras, sí podemos salir con su presencia. Son nuestras malas decisiones y nuestra desobediencia las que nos llevan a enfrentar problemas. Pero Dios llega a tiempo y nos rescata de nosotras mismas. Porque, muchas veces, nuestro peor enemigo somos nosotras, y de manera consciente o inconsciente, saboteamos el plan de Dios y desechamos las estrategias que nos da para vencer.

Nuestra mente es nuestro primer campo de batalla. Demos a Dios el señorío de nuestros pensamientos para que tengamos paz en nuestro interior, esa paz que solo Él puede darnos. Si estamos en paz con nosotras y con Dios, podemos salir confiadas a conquistar la paz en nuestro día a día.

Parte de la estrategia es analizar tu campo de batalla. El tamaño del campo de batalla determina el tiempo en que acabará la misma. Si tu campo de batalla es pequeño, significa que la batalla acabará pronto. No alargues una batalla más del tiempo determinado para la misma. Puedes calcular el tamaño analizando a cuántas personas puede afectar dicha batalla o problema.

Me pareció interesante descubrir una de las estrategias que emplearon durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Aunque se utilizaron distintas tácticas y ataques, en los primeros años, el ejército alemán puso en práctica el blitzkrieg o «guerra relámpago». Estos eran ataques muy rápidos en puntos estratégicos para ganar terreno y conquistar territorio enemigo.

Una «guerra relámpago» me hace reflexionar en el valioso recurso del tiempo, y en que no debemos perderlo en batallas que deberían ganarse rápido. Seamos estratégicas y confiemos en las promesas de Dios para vencer. Aprendamos a tomar decisiones que nos lleven a superar rápido las pruebas, batallas, desafíos, guerras o como quieras llamarlos.

Este plan está basado en el nuevo libro "Princesas Guerreras" de la autora Amneris Meléndez. Para adquirir el libro u obtener más información puedes visitar amnerismelendez.com.