Corazón, Alma Y Mente: Vive El Gran MandamientoMuestra

¿Cuántos aquí no han escuchado el versículo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente? Creo que hemos escuchado o leído el famoso “Gran Mandamiento” por lo menos una vez en la vida, muchos hasta lo han memorizado, o inclusive hasta enseñado a sus hijos. El mandamiento que Jesús mencionó donde resumía toda la ley o la Palabra de Dios, en la que decimos que basamos nuestra fe. Ahora, ¿cuántos aquí saben realmente lo que significa amar a Dios con esas tres partes de nuestro ser? ¿No les parece curioso como Jesús no dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo lo que son, y ya? ¡Más fácil! Pues no, Él específicamente mencionó esas tres áreas: nuestro corazón, nuestra alma y nuestra mente. Así que, si queremos obedecerle, debemos ser intencionales en esas tres áreas de nuestra vida.

¿Y qué es ser intencional? Es un acto hecho a propósito, con determinación de la voluntad, en orden a un fin.

Se supone que, si decidimos un día creer en Jesús como nuestro Señor y Salvador, ese día decidimos seguirlo y redirigir nuestra vida, no hacia nuestros propios planes, sino a los de Él. Lo reconocimos como Creador de todo, de nosotros mismos, y, por lo tanto, Él es nuestro dueño, así que Dios tiene el derecho de decirnos cómo debemos vivir. Nos dejó la Biblia, que es una carta de amor, y también de instrucciones que nos protegen y nos dan bienestar, si la obedecemos. Ese, entonces, debería de ser nuestro objetivo, a donde dirigimos nuestros actos hechos a propósito, conforme a lo que Él, nuestro Creador, Salvador y Señor nos va enseñando a través de Su Palabra.

Estoy segura de que podemos tener esta nueva identidad (haber creído en Dios y ser sus hijos), y vivir de acuerdo con nuestro parecer (Lucas 6:46) o podemos creer, pero vivir disfrutando y aprovechando esa relación al máximo. (2 Corintios 6:18)

En este plan de cinco días, vamos a profundizar en cada una de esas partes y veremos un hábito o práctica que nos acercará más a no sólo entender este mandamiento, sino también a vivirlo con intencionalidad.