Un amor que vale para siempreMuestra

Una guía para perdonar

"Él mismo es el sacrificio que pagó por nuestros pecados, y no solo los nuestros sino también los de todo el mundo" (1 Juan 2:2, NTV).

No podemos hablar de amor sin perdón, si la mayor expresión de amor que hemos tenido (Jesús muriendo en la Cruz por nuestros pecados) tuvo su base en el perdón y amor infinito de Dios. Así que, esto es algo que debemos hacer, queramos o no. Porque de la única manera que demostramos conocer a Dios es obedeciéndolo.

El nuevo mandamiento de amarnos los unos a los otros incluye también el perdonarnos unos a otros. Si es difícil amar al prójimo, imagínate ahora perdonarlo. Pero esto no es algo que podamos hacer solos, necesitamos al Espíritu de Dios. Tampoco es algo difícil de hacer porque los mandamientos de Dios no son una carga difícil de llevar (1 Juan 4:3b).

Cuando nos hieren, abrazamos la ofensa porque ella mantendrá vivo el dolor y, de este modo, la ofensa permanecerá por más tiempo. Si no duele, es más fácil perdonar. "Por eso me aferraré al dolor", me decía un viejo amigo. Veamos algunas verdades que debes tener en cuenta sobre tu ofensor:

1. Cristo murió por sus pecados. 1 Juan 2:2 utiliza la premisa "también por los de todo el mundo". El sacrificio de Jesús también abraza a quien te dañó.
2. En la Cruz, Jesús llevó la culpa de tu ofensor (1 Pedro 2:24, NTV).
3. Ha sido declarado justificado por medio de Cristo (Romanos 3:22, NTV).

En Cristo, tu ofensor tiene redención. La importancia de ver hacia la Cruz es justamente esta: que podemos ver nuestra verdadera naturaleza corrompida por el sucio pecado y, a su vez, ver y contemplar nuestra hermosa esperanza en Cristo. Lo que estoy intentado decirte es que este perdón también es ofrecido a tu ofensor.

Por lo tanto, si Cristo, el único digno, ha decidido extender gracia y perdón a nuestro ofensor, ¿quiénes somos nosotros para derruir esa persona? Además, ¿cómo podemos pedir ser perdonados si no perdonamos?

Amar conlleva este riesgo de ser lastimado, pero debes estar listo para perdonar. Perdonar no es minimizar la ofensa, tampoco es pasarla por alto, ignorarla o restarle importancia. Dios sabe cómo y cuánto duele, porque Él es un Dios que se compadece de nosotros y conoce nuestras emociones. Así que, puedes venir ante Él como tu abogado y defensor, puedes reposar todo tu dolor, venganza, decepción y dejar que Él sea tu justicia.

Es necesario que mengüemos para que Cristo crezca; esta rendición no debe ser en partes, sino completa. Juan dice que aquellos que deciden aborrecer a su hermano aún viven segados por la oscuridad. Sin embargo, aquel que elige amar es porque ha despertado a la luz. Continúa diciendo: "les escribo a ustedes jóvenes porque han ganado la batalla contra el maligno". Y repite otra vez: "les escribo a ustedes jóvenes porque son fuertes y tienen la Palabra de Dios en sus corazones. ¿Cuál Palabra? La que dice ámense los unos a los otros" (1 Juan 2:9-14, NTV).

Cuando se comprende y se recibe el evangelio, de la manera correcta, pone el corazón humano en una nueva relación con Dios y con los demás, e incluye nuevas actitudes a su conducta que modifica su estilo de vida.

Te invito a que oremos juntos: Dios, ayúdame a amar y perdonar como tú lo haces. Quiero ser una extensión de tu gracia en la tierra. Quiero vivir con base en los frutos de tu Espíritu y no con base en mis emociones; hoy las rindo ante ti. ¡Hazme más como tú!