Un amor que vale para siempreMuestra
“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos” (1 Juan 5:1-2).
Es necesario saber que, en nuestra vida de Fe, todo aquello que Dios hace a favor de nosotros está basado en Su diseño original. Dios no realiza nada al azar, sino que desde antes de la fundación del mundo, Él ya tenía un diseño y un propósito, y todo lo que Él hace para la humanidad responde al mismo, por lo que la forma en la que nosotros pensamos y accionamos son muy distintas a las de Él.
Es muy probable que en tu experiencia con Dios hayas disfrutado de Su amor, a través de Su perdón cubriendo multitud de errores, Su consolación, Su paz; también lo cantamos con mucha devoción, y eso es motivo de celebración y agradecimiento. El amor de Dios es tan profundo, que aún aquellos que no conocen a Dios disfrutan inconscientemente de Su amor, y esto debe de llamarnos la atención porque aquí es donde se separan las aguas.
“El amor de Dios es incondicional pero también es intencional”.
El amor de Dios es incondicional en calidad de que es asequible para todo aquel que le desee, pero es intencional en el sentido de que Su amor busca gestar y provocar algo nuevo en nuestro corazón. Es por eso que nuestra primera experiencia con el amor de Dios es experimentar un nuevo nacimiento.
¿Por qué un nuevo nacimiento? Porque en nuestra antigua vida no podemos amar conforme a como Dios ama. En nuestra naturaleza pecaminosa, somos seres egoístas, pensamos solamente en nuestros intereses personales, nos ofendemos con facilidad, y nos llenamos de resentimientos, rencor, odio, amargura, etc. Es por esto que el escritor plantea en el versículo como primera premisa el “nuevo nacimiento”.
“Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:1-5, RVR1960 ).
“Dios desea que aquello que Él nos da como un don, lo manifestemos como fruto”. Una vez hemos nacido de nuevo, entonces ahora sí contamos con la nueva vida de Dios que nos hace aptos para poder entonces amar aquello que Dios ama. No puedo amar al prójimo, si no tengo la vida de Dios, pero tampoco puedo amar a Dios, si no amo a Sus hijos; y esta es una de las evidencias mayores de que realmente hemos nacido de nuevo.
¿Será que el hecho de haber nacido de nuevo nos va a excluir de experimentar sentimientos negativos de ofensas, ira, enojo contra el prójimo? La realidad es que no, nosotros siempre estaremos expuesto a este tipo de situaciones; de lo contrario, nunca sabrás ni conocerás la profundidad del amor de Dios.
“No se trata de lo que siento, se trata de lo que creo”.
No hay mayor distractor que nuestros sentimientos. Para esos momentos amargos, existe la Cruz. Es imposible hablar de amor sin la Cruz, esto equivale a hablar de la muerte al “yo”, negación constante. Una persona que no ha nacido de nuevo puede durar días, semanas, años, incluso morirse con el corazón lleno de resentimientos, sin embargo aquel que ha nacido de nuevo en el momento que llega el sentimiento negativo, lo identifica, lo canaliza y lo desecha, haciendo memoria de lo que dice su palabra, esto es negarse, esto es la Cruz.
¿Estás listo(a) para dar un amor que vale para siempre?
Escrituras
Acerca de este Plan
Todos queremos amar y ser amados, pero esto no lo podremos hacer bien si no miramos a traves de Cristo. ¿Quieres amar a la gente? Estudiemos juntos la primera carta de Juan para aprender cómo es ese amor que sí vale para siempre.
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Nos gustaría agradecer a Jenn Gouther por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/jenngouther/?hl=es-la