POR SUS HERIDAS

Allí, después de haber sido torturado y humillado, nuestro héroe recibe los últimos golpes de boca de aquellos a quienes había venido a rescatar. “¡Pero mírate ahora!... si eres el Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz… Salvó a otros… ¡pero no puede salvarse a sí mismo! Con que es el Rey de Israel, ¿no? ¡Que baje de la cruz ahora mismo y creeremos en él!” (Mateo 27:40, 42).

Vamos a suponer una cosa. Supongamos que Jesús, oyendo aquellas crueles palabras de incomprensión y burla, se hubiera bajado de la cruz, ¿En qué creeríamos nosotros hoy, a quién adoraríamos? Los espectadores querían ver una demostración de poder incitándolo a bajarse, pero este Mesías vino a dar una demostración de amor quedándose en la cruz. Descender de la cruz hubiese demostrado un poder que no redime. Quedarse en la cruz reveló a los hombres un amor que redime. Porque Cristo se quedó en ese madero hoy lo amamos, lo seguimos, lo servimos y lo adoramos.

Ahora bien, quienes exclamaban a viva voz “¡Sálvate a ti mismo!”, evidenciaban un gran error en sus razonamientos. Ellos pensaban y piensan que si una persona cree y confía en Dios, que si alguien se llama a sí mismo “hijo de Dios” entonces Dios lo librará de todos los males, dolores, angustias y torturas. Piensan que uno puede, con sus sentimientos y fe, manipular a Dios obligándolo a libertarnos de todos los problemas y ofrecernos un camino en este mundo libre de tragos amargos y sinsabores difíciles.

Craso error. Cristo no vino a este mundo como Hijo de Dios a eliminar el dolor sino a redefinirlo. No vino a eliminar la muerte, vino a decirnos que hay un nuevo concepto de la muerte. Y que todos nosotros podemos ser más que vencedores gracias a Él.

Permanecer en la cruz, dejarse sostener por esos clavos, fue la expresión más elocuente y conmovedora del poder libertador del amor. Por su entrega hoy día lo llamamos Salvador Nuestro. Porque Él no descendió de la cruz, nosotros no tenemos que ascender a la cruz. Porque Jesús fue clavado y sujeto al lugar de muerte hoy podemos vivir con libertad en Él.