Batallando con mi identidad.

Antes de iniciar, creo que es importante que te preguntes lo siguiente:

- ¿Quién soy? Recuerda que un cargo, una posesión, un titulo ni lo que puedas ejercer define quién verdaderamente eres.

La identidad como cristianos a diferencia de en el mundo, es ser conscientes de que somos hijos de Dios con el claro conocimiento del amor de Dios hacia nosotros quien entregó su Hijo unigénito para salvarnos (Juan 3:16).

Muchas veces esa identidad de hijo se ve maltratada y amenazada por las olas golpeantes del mundo el cual está en nuestra contra, por el hecho de nosotros decidir no pertenecer más a él ni a sus corrientes consecuentemente.

Juan 15:19 PDT.

”Si ustedes fueran del mundo, el mundo los amaría como ama a su propia gente, pero ustedes no son del mundo. Yo los elegí para que no fueran parte del mundo, y por eso el mundo los odia".

Día a día debemos trabajar en pulirnos y moldearnos a lo que Jesús como discípulos espera que nosotros seamos; sin determinación y sin identidad definida es muy fácil dejarnos llevar por lo que el mundo y la carne quieren.

Con la disposición y teniendo en cuenta que así como su misericordia se renueva cada día, así mismo, a diario debemos cargar nuestra cruz y decidir estar definidos con identidad de hijo y ser representantes de Él porque aunque no lo creamos y muchas veces no lo entendamos esto es una batalla. Así nos lo revela la Biblia en:

”Nuestra naturaleza carnal desea lo que está en contra del Espíritu y el Espíritu desea lo que está en contra de la naturaleza carnal. Los dos se oponen. Por eso resulta que ustedes no están haciendo lo que realmente quieren" (Gálatas‬ ‭5‬:‭17‬ ‭PDT).‬‬

Ser hijos de Dios no nos hace ser perfectos como Jesús lo fue aquí en la tierra. Pero sí alejarnos del pecado, y sobre toda cosa elegir agradar a nuestro Padre y hacer todo lo que sea necesario para permanecer en su presencia, lugar santo. Eso no nos libra de no equivocarnos, sin embargo sabemos que contamos con un Padre dispuesto a limpiarnos, guiarnos y perdonarnos.

Ser hijos de Dios es nuestra identidad; esto no nos hace exentos de que nuestra carne en ocasiones nos quiera dominar porque mientras vida tengamos en la tierra batallaremos con ella porque es parte de la vasija que somos. Por ende, debemos intencionalmente alimentar más al espíritu que la carne para que los deseos del espíritu en nosotros prevalezcan y para que el espíritu mismo sea quien nos guíe y sean sus frutos y no los de la carne aquellos que nos caractericen, y sean nuestra constante.

El dia de hoy te reto a buscar en la Palabra de Dios lo que Dios ha dicho que eres.