El Servicio Como Expresión De AdoraciónMuestra

¿Comprendes lo que Dios hizo contigo?

¿Te ha pasado alguna vez que dices que comprendiste las clases y cuando te pones a practicar un ejercicio según la teoría te das cuentas que no la habías entendido realmente? Aquí pasa algo similar, el Maestro nos sirve y nos dice, hagan lo mismo, regresamos a nuestras casas a practicar y cuando lo hacemos servimos con sentido de superioridad o de inferioridad, por culpa u obligación, como víctimas o como mercenarios y entonces sentimos todo menos dicha. No comprendimos la lección, y menos la pusimos en práctica correctamente.

Quizás necesitamos volver a clases y releer este texto. Recuerda, no es lo que haces, es por qué y en nombre de quién lo haces, el servicio no tiene sentido por si mismo. Debe ser parte de algo mayor, algo que te llene de tal manera que no te interesará la posición o el rol en el acto, sino tu identidad y por qué haces lo que haces. Somos enviados de Dios, Él se acerca y nosotros extendemos las manos para abrazar al otro y hacerle sentir la presencia misma de un Dios que cuida, provee, protege o sencillamente está presente con cualquier otro acto de servicio. La otra persona aprende a conocer a Dios por medio de nosotros. Puedes diferenciar entre lo que dice Jesús: “El que reciba al que yo envíe, me recibe a mí mismo, y al recibirme a mí, recibe al que me envió”. Y, lo que nos solemos decir nosotros: “Te voy a servir a cambio de que me sirvas”. El primero es un embajador preocupado en representar su rol de la mejor manera, el otro usa el poder para imponerse. El primero puede gobernar por medio de hacer crecer a las personas a la manera de Dios, el segundo a lo único que puede aspirar es a tener su propio reino y reflejar una gloria irrelevante.

Padre, cada vez que quiera servir en tu nombre ayúdame a entender lo que quieres hacer en la vida de la otra persona, quiero ser parte de tu bendición, tu consuelo, tu alegría, que mis hechos no opaquen tu obrar sobrenatural. Gracias por querer usarme, amén.