Convertir la paz en nuestro estilo de vidaMuestra

Nuestra respuesta a la paz

Cuando oímos la buena noticia de que Cristo es el Príncipe de la Paz, tenemos que responder. Esto incluye ajustar cualquier actitud que sea contraria a su verdad. Analicemos tres de las actitudes más comunes que niegan la paz.

La primera es la actitud de «si supieras». Cuando las personas que viven en el pasado oyen que la pena de su culpa ha sido pagada y que no hay nada que las separe de la bondad de Dios, a menudo piensan para sí: «Si supieras».

Amigo mío, el pasado no importa. Dios, que lo sabe todo sobre ti, extendió su tierna misericordia hacia ti. Ya sabía todo de ti cuando dio a su Hijo por tu vida. Abandona la actitud de «si supieras» y permite que la paz sea tu nueva realidad.

La segunda es la actitud de «no importo». Hay personas que se aferran a la actitud de que no son importantes. Saben que la redención los incluye, pero han creído la mentira de que no valen lo suficiente como para recibir las bendiciones de Dios. Puede que intelectualmente sepan que su vida tiene un gran valor, pero permiten que una actitud de derrota permanezca fija en sus mentes.

Si tú eres así, te ruego ahora, en nombre del Príncipe de la Paz, que elimines esta actitud negativa y autodestructiva que dice: «No importa» o «Yo no importo». La verdad es que todo lo que te concierne sí le importa a Dios. Si tienes un deseo en tu corazón, importa. Si tienes una necesidad en tu vida, importa.

En tercer lugar, encontramos la actitud de «sí, pero...». Hay quienes saben que Dios no está enojado con ellos y comprenden que su don es un don de gracia y misericordia. Dirán amén a la verdad y al instante añadirán: «Sí, pero tengo este problema», o «Sí, pero primero tengo que solucionar esto».

Permite que el Príncipe de Paz sustituya la actitud de «sí, pero...» por una de paz total en cada área de tu vida. Recuerda que Dios no está enojado contigo. Está contento contigo. Si Dios está de tu parte, ¿quién puede estar en tu contra? ¿Quién puede separarte de Dios y de su amor, poder y victoria? No permitas que la actitud de «sí, pero...» anule el regalo de paz que Dios te ha hecho.