[Las palabras de adviento] GOZOMuestra

La grandeza del gozo

Una noche apareció un ángel y dio un mensaje de gozo a los pastores que estaban en los campos fuera de Belén con sus ovejas. La noticia que el ángel dio terminó con cuatrocientos años de silencio de parte de Dios. Era algo más allá de nuestros sueños más disparatados.

El ángel dijo: «Porque os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor».

¿Por qué necesitábamos un salvador? La nación de Israel estaba buscando un príncipe poderoso que montara en su caballo blanco y conquistara la opresión de los romanos. Dios envió a un hombre común que eventualmente montaría en un pollino para conquistar la opresión del pecado. Jesús lograría esto a través de su muerte en la cruz y su resurrección.

Dios estableció un estándar de perfección y no podemos vivir a la altura. Por lo tanto, Dios nos dio un Salvador que tomó nuestro lugar. A través de Jesucristo, no solo podemos disfrutar de la vida eterna confiando en él y en su obra en la cruz, sino que podemos disfrutar de la vida, ahora mismo. Dios nos dio al Salvador que verdaderamente necesitábamos: alguien que pudiera destruir el pecado que nos impedía tener una relación cercana y profunda con el Dios del universo.

¿Por qué es tan especial el Salvador? Un salvador es aquel que salva o libera del peligro o la destrucción. En este caso, la destrucción viene a nosotros por causa de nuestro pecado. El Salvador es especial porque él es Cristo el Señor. No hay otro lugar en las Escrituras donde encontremos las palabras Salvador, Cristo y Señor usadas juntas, excepto aquí en el anuncio de su nacimiento.

Amplificando el mensaje del ángel, podríamos leer: «Porque os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador (uno que los salvará del peligro y la destrucción del pecado), que es Cristo (el Mesías, el ungido, el Rey ungido, el Elegido de Dios), el Señor (Dios mismo)». ¡Estas son las grandes noticias que producen un gozo inconmensurable! Dios envió a Uno que puede salvarnos, que es el Rey ungido, que cumple todas las promesas de Dios y que es Dios mismo: el único que puede hacerlo todo.

Esta es la historia del primer Adviento, la primera venida de Cristo. Pero las buenas noticias no terminan allí, porque el segundo Adviento, su regreso, es inminente.

Padre, celebramos no solo lo que tenemos hoy, ¡sino que esperamos con ansias que Jesús regrese y ponga todo en orden de nuevo!

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