Descubre el Padre NuestroMuestra

Ministrar al Señor

Una de mis partes favoritas del Padre nuestro es cómo comienza. La oración comienza reconociendo que el nombre de Dios necesita ser honrado y reconocido en primer lugar. Antes de enseñar a sus discípulos a orar por sus necesidades o por el perdón de los pecados, Jesús empezó poniendo a Dios en el centro. Creo firmemente que en esto consiste ministrar al Señor.

Al ministrar a Dios, nuestro objetivo es contemplarle. Queremos ver sonreír al Padre. Tratamos de atender sus deseos y necesidades, de asociarnos con Él, de sentir lo que Él siente y de preparar el camino para su Reino. En la sala de oración, ministramos al Señor. Hacemos de Él nuestra prioridad. Él se convierte en la Persona más importante de nuestras vidas, en quien enfocamos nuestra mirada. En Isaías 56:6, Dios llama a la gente a acudir a su monte santo para ministrarle. Subieron al monte para ofrecer sacrificios y regocijarse con el Señor. Mientras lo hacían, Dios hizo que se alegraran en su casa de oración.

Día tras día, en la sala de oración o no, hemos sido llamados a ser ministros. Apocalipsis 5:10 habla de cómo el Señor nos ha formado en un reino de sacerdotes para nuestro Dios. En el Antiguo Testamento, un sacerdote llevaba sacrificios diarios al altar. Después de que Jesús se convirtiera en Sumo Sacerdote, tuvimos acceso al trono para alabar, amar y ministrar al Rey (Hebreos 4:14-16). Ahora, como sacerdotes, podemos llevar ofrendas voluntarias a nuestro Amado. Ésta es nuestra identidad. Somos sacerdotes y preparamos el camino para que nuestro Rey pueda ser glorificado y exaltado para siempre. Mi corazón arde al ver una generación que prepara el camino al Señor.

El Salmo 22:3 expresa cómo Dios habita en la alabanza de su pueblo. Mientras buscamos a Dios en la sala de oración, oro para que hagamos de Jesús el centro de todo y que nuestro tiempo no consista en cantar o en recitar una oración, sino en enfocarnos en Él. A Jesús le encanta que le ministremos. Toma nuestra adoración como una ofrenda pura y le encanta esa fragancia. Oro para que Dios encuentre ministros fieles que busquen darle, no lo que nosotros pensamos que Él quiere, sino lo que Él realmente quiere.