Las ColinasMuestra

¿Alguna vez saliste a la calle en un día soleado y volviste la cara hacia el sol? Ya sea el calor del verano, el primer sabor de la primavera, el sol penetrando en una fría mañana de otoño o un atisbo de sol largamente esperado en un frío día de invierno, en el momento en que el calor del resplandor del sol te da en la cara, lo sientes. Experimentas la diferencia. Del mismo modo, cuando dejamos que la luz de Cristo brille sobre nosotros, cambiamos. Sentimos la diferencia. Lo que antes nos parecía frío, oscuro y caótico, ahora nos parece cálido, luminoso y pacífico. ¿Eso significa que nuestras circunstancias jamás producen una sensación de caos en nuestras vidas? Desafortunadamente no. Pero lo que sí significa es que podemos llevar esta sensación de paz y luz a cualquier situación o circunstancia. Incluso en los momentos más fríos y oscuros, podemos sentir la luz de Cristo brillando sobre nosotros.

La próxima vez que veas salir el sol, sal un momento y siente su calor en tu cara. Deja que te recuerde que la luz de Cristo también brilla en tu vida.