Esperanza en El SufrimientoMuestra
¿Por qué a mí?
Mi taza especial y el corazón roto:
Poseía una taza muy especial, una compañera fiel desde mis años de universidad. La atesoraba con cariño y le brindaba un lugar privilegiado en mi hogar. Un día, mientras reorganizaba una habitación, un movimiento torpe la envió al suelo. Se hizo añicos, y con ella, mi corazón.
Al igual que mi taza, todos hemos experimentado momentos que han fragmentado nuestro corazón. Una ruptura amorosa, una enfermedad propia o de un ser querido, un fracaso académico, son solo algunos ejemplos dentro de la extensa lista del dolor.
La realidad:
La realidad es que vivimos en un mundo donde experimentamos el sufrimiento a diario en diferentes niveles, ya sea el nuestro, el de familiares o el de la sociedad. Pero, ¿por qué sufrimos? El autor Miguel Nuñez nos presenta varias razones que intentan dar respuesta a esta pregunta, no desde una perspectiva simplista, ni que ignore el dolor y las particularidades de cada persona.
Razones por las que sufrimos:
- Vivimos en un mundo caído: El pecado afectó a toda la raza humana y la creación. Antes de la caída no había enfermedad ni dolor en el mundo. No es lógico ni realista esperar que en este mundo caído las cosas sean como antes de que el pecado entrara.
- El pecado de nuestros familiares: Aunque vivimos en un mundo caído, todos somos responsables en cierta medida del sufrimiento o dolor padecido. Por ejemplo, muchos niños sufren la ausencia de un padre irresponsable que los abandonó física o emocionalmente. Los niños no tienen la culpa, pero sufren las consecuencias de los pecados de sus padres.
- El pecado de otras personas: Parte del sufrimiento que experimentamos es provocado por personas que pecan contra nosotros. Una infidelidad en una relación, una injusticia laboral, un accidente provocado por una persona en estado de alcoholización. Y a la vez, tenemos que admitir que nosotros mismos hemos sido causa de sufrimiento para otros.
- Nuestro propio pecado: Es fácil mirar hacia afuera, pero también debemos mirar hacia adentro y reconocer que con frecuencia la culpa recae sobre nosotros. Una enfermedad de transmisión sexual como resultado de no guardar nuestra pureza, una expulsión de la universidad por fraude, una relación rota por infidelidad. Admitamos que no todo nuestro sufrimiento personal tiene que ver principalmente con nuestra propia rebeldía y separación de Dios.
- Para la gloria de Dios: Jesús le dijo al ciego de nacimiento: "Ni este pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él" (Juan 9:3). La creencia entre los judíos del primer siglo era que, si alguien nacía con un defecto físico o alguna enfermedad, era como resultado de algún pecado cometido por los padres o por el feto en el vientre. Fue a través de su sanidad que llegó a tener un encuentro con Jesús; luego creyó y fue salvo. Cuando vemos a alguien con una enfermedad o atravesando alguna dificultad, nuestro primer instinto suele ser buscar un culpable. ¿Qué hicieron para que su hijo naciera con esa deformidad o condición? ¿Por qué esa mujer está pasando por problemas económicos? A veces la respuesta es que ellos no hicieron nada y que existe la posibilidad de que Dios quiera glorificarse a través de esta carencia.
- Para nuestra santificación: Dios no nos salvó para dejarnos como estábamos ni como estamos. Él desea moldearnos a la imagen de su Hijo Jesucristo. Una de las maneras de hacerlo es a través del sufrimiento. El apóstol Pablo conoció muy bien el sufrimiento por causa de Cristo y pudo enseñarnos lo siguiente: "Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza" (Romanos 5:3-4). Dios usa el mal del mundo caído para nuestro bien, el carácter es el fruto de pasar por la aflicción.
Si estás pasando por un tiempo de sufrimiento, reconocer estas múltiples fuentes es un primer paso para procesar y resignificar tu dolor. Por ahora, debes saber que tu Padre está a tu lado y no es ajeno a lo que estás pasando. El SEÑOR está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado (Salmo 34:18).
Preguntas para reflexionar:
- ¿Cómo ha cambiado tu percepción del sufrimiento con el tiempo? ¿Ha habido momentos en los que has podido encontrarle un significado o un propósito?
- ¿Hay amargura en tu corazón hacia aquellos que te han hecho daño? ¿Has podido perdonarlos? ¿Por qué sí o por qué no?
- ¿Reconoces que tú también has causado dolor a otros en algún momento? ¿Cómo te ha impactado este reconocimiento? ¿Te ha llevado a ser más comprensivo con los demás?
- ¿De qué manera crees que el sufrimiento ha moldeado tu carácter? ¿Te ha hecho más fuerte, más compasivo, más sabio o más humilde?
- ¿Identificas alguna virtud o rasgo de Cristo que haya crecido en ti gracias al sufrimiento? ¿Cómo se ha manifestado este crecimiento en tu vida?
Acerca de este Plan
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