¿Qué hacer cuando ya no sé qué hacer?Muestra
Buscar la paz
Todos hemos vivido momentos difíciles que parecen no tener final o situaciones que nos afligen día tras día y que parecen no tener solución. ¡Qué difícil es encontrar paz en medio de las tormentas! ... Lo bueno es que cuando todos nuestros recursos fallan, tendemos a levantar nuestra vista al cielo. Si alguna vez sentiste que nada podría ir peor, y sin embargo siguió empeorando, sabes con certeza lo que es anhelar paz y consuelo.
Me encantaría poder decirte que los momentos difíciles pasan y que el tiempo lo cura todo pero esa no es la realidad. El tiempo no cura, las distracciones no curan, el llanto no cura y a veces las aflicciones no dejan de llegar... ¿Bastante desalentador no? Tranquilo, no vengo a desalentarte, vengo a contarte que aunque nada de esto cure nuestro dolor, tenemos de nuestro lado al nada más y nada menos, Creador del universo. Sin dudas no hay nada que Él no pueda hacer. Él puede curar nuestro corazón y llevarnos a una vida plena y llena de paz incluso cuando las cosas no vayan como esperamos. Dios promete cuidarnos y promete un futuro lleno de esperanza. En Jesús tenemos la certeza de que todo lo que nos pase, venga o no de su mano, Él lo va a transformar y usar para bien.
Como todo en la vida, Dios nos hace promesas pero su cumplimiento requiere que tengamos disposición y constancia a la hora de escucharlo y seguir su voluntad. Te dejo tres pasos claves que te pueden ayudar si aún no sos testigo de esa paz inexplicable que Dios puede darte.
- Centrar nuestra vista en lo eterno: Hace un tiempo me compartieron una reflexión sobre “quitar el foco de lo eterno”, “que las cosas duren lo que tengan que durar “ y “eliminar de tu vida lo que ya no te haga feliz”. Si bien puede parecer poético y racional, va en contra de lo que Jesús nos enseña. En la Biblia encontramos infinitos ejemplos de personajes bíblicos que continuaron su misión, aun cuando lo más racional hubiese sido rendirse. Todo lo terrenal en determinadas temporadas de la vida no te va a hacer feliz. Ni tu familia, ni tu trabajo, ni tu pareja, ni tu iglesia, ni tus amigos, ni ninguna cosa terrenal van a hacer que te sientas feliz el 100% del tiempo. Nuestra felicidad y nuestra paz no depende de las cosas que podamos tener o conseguir en la tierra. El verdadero gozo y la paz solo lo hayamos si lo buscamos en el lugar correcto.
Pablo es un claro ejemplo de la paz que Dios nos ofrece. A lo largo de su ministerio es encarcelado en varias oportunidades y pasa por verdaderas aflicciones por seguir la voluntad de Dios. Pablo dice “yo estoy dispuesto no sólo a ser atado, mas aun a morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús" (Hechos 21:13). Para Pablo, era suficiente saber lo que Dios quería que él hiciera y confiar en que Dios usaría su sufrimiento para lograr algo maravilloso. Pablo no merecía estar en prisión; la prisión era resultado de injusticias humanas, sin embargo, Dios allí lo quería encontrar. Dios utilizó esa situación que sin dudas está muy alejada de la paz que este mundo nos ofrece, para bien. Desde la cárcel escribe la carta a los filipenses, colosenses, efesios y a Filemón, cartas que al día de hoy siguen inspirando a miles de personas. La clave está en fijar nuestra vista en la esperanza que Jesús nos da y en esa paz que no depende de las circunstancias. Esa paz que llega cuando estimamos lo de este mundo como basura en comparación de lo maravilloso de una eternidad con Jesús. Lejos de quitar el foco de lo eterno, fijemos nuestro foco en lo eterno. - Despreocuparse y ocuparse: Sin duda toda circunstancia difícil que atravesemos requiere acción: buscar las posibles soluciones, recibir o pedir perdón, una charla, reconocer nuestros fallos y carencias, y así puedo seguir. Dejar las cosas en manos de Dios no es simplemente desentendernos del tema, Dios nos da libre albedrío y nos otorga la libertad de tomar decisiones. Cuando un médico da un diagnóstico, junto con el diagnóstico indica un tratamiento. El paciente puede decidir realizar ese tratamiento o no. En el caso de que decida realizarlo, puede que este sea efectivo o no, pero esta última parte ya no depende del paciente. El tratamiento no necesariamente va a devenir en un buen resultado, pero sí va a devenir en la tranquilidad de saber que el paciente hizo todo lo que estuvo a su alcance. Lo mismo pasa con Jesús. Él busca que acudas a Él y que, en cuanto de ti dependa, hagas todo lo posible para tener un buen resultado, ya sea pedir perdón, cambiar determinada actitud o dejar una práctica que daña tu vida, Jesús deja en tus manos la decisión en tus manos. Sin dudas quiere que en nuestra libertad actuemos conforme a su corazón, pero eso depende únicamente de nuestra sensibilidad ante su voz. Una vez que te sinceras contigo mismo y con Dios, lo dejas en sus manos y también haces todo lo que está a tu alcance para mejorar esa situación, toca despreocuparte. Recuerda que lo que no depende de nosotros, pasa a depender de Dios, y allí está nuestro descanso.
- Confiar en Cristo: “Los que hemos acudido a Él en busca de refugio podemos estar confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros” (Hebreos 6:18). Dios busca que confiemos en Él y le entreguemos aquellas cargas que no nos corresponden, Él busca que le rindamos aquello que excede nuestras fuerzas y anclemos nuestras vidas a Él. El salmo 41 dice “Qué alegria los que confían en el Señor, los que no confían en orgullosos ni rinden culto a ídolos”. ¿En dónde está puesta tu confianza? Todos los seres humanos tenemos la capacidad de confiar. Quizá puedas tener tu confianza puesta en tu familia, en ti mismo, en tu trabajo, en tu pareja, en tu extenso currículum o en tus posesiones, y aunque estas cosas no necesariamente son malas, nuestra plena confianza solo debe estar en Aquel quien no falla. Todo lo que puedas alcanzar en este mundo, tarde o temprano, falla. Todo lo que puedas conseguir aquí en la tierra no se compara con la paz que Jesús quiere darte a conocer. Él te cuida y afianza tus pasos y te ayuda a caminar sobre las olas y tormentas de la vida.
Mi versículo favorito dice “Tú guardas en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Jeremias 26:3). Poner nuestra confianza en Dios llena de paz nuestras vidas y nos da la certeza y la tranquilidad de saber, que aunque nada a nuestro alrededor esté bien, todo lo está. Dios te escucha, Dios ve tus lagrimas y no tengas duda de que, si confías, Dios te va a sanar.
Acerca de este Plan
A veces, Dios puede sentirse muy lejos. ¿Qué podemos hacer para reconectarnos con Dios?
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Nos gustaría agradecer a Natalia Rosas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/nati_rosas/