Asombrados por DiosMuestra

La gloria de Dios

Objetivo: Asombrarnos al reconocer que Dios trajo a Israel a existencia para su gloria, somos bendecidos por esa decisión y en última instancia, la razón por el cual todas las cosas existen: Para la gloria de Dios.

La gloria de Dios es un tema central en la fe cristiana. La gloria se refiere a la manifestación visible del carácter y poder de Dios. A lo largo de la Biblia, se nos muestra cómo Dios revela su gloria de diversas maneras.

En primer lugar, la gloria de Dios se manifiesta en su creación. El Salmo 19 nos dice que los cielos proclaman la gloria de Dios, mostrándonos su obra maestra y su poder creativo. Desde la majestuosidad del sol y la luna hasta la inmensidad del mar y las montañas, la creación nos señala la grandeza de su Creador.

Asimismo, la gloria de Dios se revela en su manifestación a su pueblo. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento, la nube de la gloria de Dios descendió sobre el tabernáculo y el templo, mostrando su presencia inmanente. En el Nuevo Testamento, la gloria de Dios se manifiesta plenamente en la persona de Jesucristo. El apóstol Juan escribió que "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y vimos su gloria" (Juan 1:14).

La gloria de Dios también está conectada con su santificación y santidad. Dios es santo y su gloria demanda pureza y separación del pecado. La visión de la gloria de Dios lleva a la adoración y reverencia, como lo experimentó Isaías cuando vio la gloria de Dios en el templo (Isaías 6).

Además, la gloria de Dios se manifiesta en su cumplimiento de promesas y en su obra redentora. Jesús mismo declaró: "Padre, he glorificado tu nombre... He manifestado tu nombre a los hombres" (Juan 17:4,6). La gloria de Dios brilla a través del perdón, la salvación y la reconciliación que encontramos en Cristo.

Como creyentes, somos llamados a reconocer y vivir en la luz de la gloria de Dios. Debemos adorarle, darle honra y alabanza por todas sus maravillas. Al contemplar y experimentar la gloria de Dios, somos transformados y animados a vivir de acuerdo a su voluntad.

En resumen, la gloria de Dios se revela en su creación, su manifestación a su pueblo, su santidad, su cumplimiento de promesas y su obra redentora. Al contemplar su gloria, somos impulsados a adorarle, vivir en obediencia y compartir su amor con otros. Que nuestra vida sea un reflejo de la gloria de Dios para que el mundo pueda ser asombrado por su grandeza y redentora obra.