Jesús limpia el templo

El Templo del Antiguo Pacto en Jerusalén era un lugar santo: la propia morada de Dios en la tierra. El pueblo de Dios, Israel, vino aquí para adorar, ofrecer sacrificios y comunicarse con Dios en oración (Is. 56. 8). ¿No sería fantastico visitar este templo? Era un lugar fascinante, lleno de artefactos intrigantes y un fuerte simbolismo. Estaba lleno de personas de todas partes y de todas las clases sociales. Muchos de ellos traían animales que el sacerdote podía sacrificar para diversos fines, por ejemplo como ofrendas por el pecado o de agradecimiento, especialmente durante las fiestas judías como la Pascua. También podían comprar un animal al llegar a Jerusalén o cambiar dinero para la ofrenda del templo.

Pero cuando Jesús visitó el templo una vez en Pascua, sucedió algo dramático:

"Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume (Jn. 2. 13–17).

El problema no era que los comerciantes vendieran animales para ser sacrificados, sino que engañaban a los adoradores para su propio beneficio, ¡y lo hacían en medio de la casa de Dios! En lugar de honrar a Dios y Su adoración, eran corruptos y egoístas y desafiaban las buenas leyes de Dios.

Generalmente se hace referencia a este evento como cuando Jesús limpió el templo, y es muy simbólico en el Nuevo Pacto. Para los verdaderos creyentes, el templo ya no es un edificio físico, sino que cada uno de nosotros, sin importar quiénes seamos, puede ser una morada para el Espíritu Santo: ¡un templo de Dios viviente y que respira sobre dos piernas! (1 Co. 6.19-20). Debemos tener la misma reverencia por este templo que tuvo Jesús y no permitir que la impureza interfiera con nuestra relación con Dios. ¡Debemos estar siempre abiertos a Él y vivir para Su gloria!

Lee los versículos de la Biblia y mira de cerca el acontecimiento mientras Jesús limpia el templo en este breve video.