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Explore El Épico Templo De Jerusalén

DÍA 2 DE 3

Limpio por dentro y por fuera

El templo era muy, muy santo. "Santo" significa consagrado a Dios. Estaba completamente separado del mundo exterior, y un sacerdote no podía simplemente entrar y realizar su servicio en el templo tal como era. Primero tenía que lavarse las manos para quedar ritualmente limpio, limpiándose de toda contaminación de cosas profanas. La purificación no tenía que ver tanto con la pureza física como con la santidad espiritual y la capacidad de relacionarse con Dios en nombre del pueblo. En la zona exterior del templo había grandes estanques o fuentes donde los sacerdotes podían lavarse.

Parte del servicio de los sacerdotes consistía en ofrecer diversos sacrificios, como ofrendas de agradecimiento y ofrendas por el pecado. Las ofrendas por el pecado implicaban el sacrificio de un animal, y la sangre se ofrecía entonces a Dios para expiar (pagar) el daño causado por el pecado, que en definitiva era un daño a la relación entre Dios y los humanos. Se podía conseguir el perdón, pero no sin la sangre del sacrificio (Heb. 9. 22), y un sacerdote no podía realizar este servicio a menos que estuviera ritualmente puro.

En el nuevo pacto, Jesús se ha convertido en nuestro Sumo Sacerdote. Como la vida de Jesús fue santa y pura de principio a fin, no hubo necesidad de ofrecer por él una ofrenda por el pecado, sino que el sacrificio que hizo fue su propia vida y sangre. Este último sacrificio fue suficiente para expiar los pecados de todas las personas. Ahora todos los que creen en él se salvan y reciben el perdón y la vida eterna (Jn. 3. 16-17).

Jesús dejó claro que la limpieza externa no sirve de nada si el pecado y el egoísmo permanecen en el corazón. Aferrarse a esto mientras se intenta servir a Dios es una doble moral, una blasfemia que nos impide tener una relación con Dios. Pero si el interior está limpio, el exterior también lo estará (Mateo 15: 18-20; Mt. 23. 25-28).

Jesús es el Sumo Sacerdote, y todos los verdaderos creyentes son "sacerdotes" al servicio de Dios. Han purificado sus corazones, se han alejado del pecado y se han vuelto a Dios. Se acercan a Él, y Él se acerca a ellos, perdonando sus pecados y levantándolos a vivir una vida santa para Su gloria (1 P. 2. 9-10; Stg. 4. 7-10). Esta vida pura y espiritual es una ofrenda de agradecimiento que agrada a Dios y que Él acepta de buen grado.

En este cortometraje, puedes experimentar el encuentro con una de estas vasijas para lavarse en la plaza del templo. Mira la película y lee los versículos bíblicos, y piensa en cómo esto se aplica a ti personalmente.

Día 1Día 3

Acerca de este Plan

Explore El Épico Templo De Jerusalén

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