Míralo conmigo

Buscando la perspectiva de Jesús

Jesús le dijo: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?" (Juan 11:25-26).

En este pasaje, Jesús menciona morir y vivir dos veces. A medida que lo leo, como la mayoría de las veces, trato de adentrarme en el drama humano del pasaje. Sin embargo, también he llegado a entender que hay muchos tesoros escondidos que se pueden extraer de la palabra de Dios si me tomo el tiempo para meditar en Sus palabras y orar a través de ellas. Tal fue el caso esta mañana cuando le pregunté al Señor: "¿Por qué mencionar vivir y morir dos veces? ¿Estabas siendo redundante para hacer un punto que fuera recordado, o estabas diciendo algo más?". Aunque la mayoría de nosotros creemos que Él obviamente estaba hablando de nuestra propia resurrección y de la vida eterna que vendrá, creo que también hay una verdad oculta sobre el señorío y la muerte al ser que se nos ha dado. ¿Me permites argumentar a favor de esto?

Dos muertes (física y espiritual) - Dos vidas (física y espiritual)

Desde un punto de vista espiritual, podemos estar vivos físicamente pero muertos espiritualmente. Miren a su alrededor en su mundo, y verán evidencia de esto. El hecho es que sin Cristo en nuestra vida, todos somos "hombres muertos caminando" a pesar de que estamos vivos y bien físicamente. Si Cristo no está en nuestra vida, entonces no tenemos Salvador, y como dijo Pablo en Romanos 6:23, nuestra muerte espiritual nos espera. "Porque la paga del pecado es muerte". Puesto que todos somos pecadores, sin Cristo, todos estamos muertos, espiritualmente hablando. Nuestro estado sería similar al término utilizado en la película The Green Mile para referirse a los hombres en el corredor de la muerte: "Hombre muerto caminando". También podríamos decir: "Bueno como muerto".

También hay otra forma de muerte, pero esta es buena y conduce a una vida espiritual emocionante. El apóstol Pablo dijo que había sido "crucificado con Cristo", y que ya no vivía, sino que Cristo vivía en él (Gálatas 2:20). Pablo no había pasado por la agonía de una crucifixión física y la muerte. Eso no era lo que estaba diciendo. Él estaba usando la analogía para ilustrar otro tipo de muerte. Estaba hablando de la "muerte espiritual" que habría tenido sin Cristo. Pablo estaba diciendo que sus pecados habían sido crucificados con la crucifixión de Cristo, y que las consecuencias de sus pecados habían sido quitadas de él. Debido a la muerte de Cristo, ahora estaba vivo espiritualmente. Pero también estaba hablando de la muerte de sus derechos sobre sí mismo, ya que ya no estaba vivo para sí mismo, sino para el propósito de Cristo. Había "muerto a sí mismo" y, como resultado, estaba más vivo que nunca. Hay una transformación misteriosa y milagrosa que ocurre en una vida que ha sido confiada a Cristo de esa manera. La muerte a nosotros mismos, confiando plenamente nuestra vida a Cristo, nos muestra cómo vivir realmente.

Porque el amor de Cristo nos apremia, porque estamos convencidos de que uno murió por todos, y por lo tanto todos murieron. Y murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió por ellos y resucitó (2 Corintios 5:14-15).

Todos somos muy conscientes de nuestra vida mortal y sólo tenemos una. Pero, hay diferentes puntos de vista de uno que vive su vida. Hay algunas personas que creen que la totalidad de la vida, ya sea física o espiritual, comienza con el nacimiento y concluye con la muerte. Así nació la filosofía: "Come, bebe y diviértete porque mañana no habrá". Hay quienes se han criado en diferentes culturas y tienen una visión sesgada de la vida basada en esa cultura. La vida que esperan tener después de la muerte se basa en las buenas obras o en la suerte (Karma) que han ganado en esta vida mortal. Tanto el ateo como el devoto seguidor de religiones falsas estarían de acuerdo en que si se desea una buena vida ahora o más tarde, es mejor que se asegure en esta vida o que no se asegure en absoluto. Pero Jesús habló de una muerte que lleva a la vida, lo que choca con estas otras religiones. Él no se estaba refiriendo a nuestros cuerpos físicos en este punto, sino más bien a nuestras vidas espirituales que nacen dentro de nosotros. Estaba hablando de una vida que experimentamos aquí y ahora en nuestros cuerpos mortales, llena de gozo, entusiasmo y propósito. Él estaba hablando de una vida que se intercambia de lo viejo a lo nuevo, incluso mientras todavía caminamos en estos cuerpos en descomposición. Habló de una vida que comienza en esta vida terrenal, pero que continuará por la eternidad. Estaba hablando de la seguridad, la libertad y el papel significativo que podemos desempeñar mientras aún estamos en estos cuerpos mortales. Este es el tipo de vida a la que estamos invitados en esta vida si tan solo nos rendimos a Su Señorío muriendo a nosotros mismos.

Abandono personal y confianza absoluta

Perdonen mi redundancia, pero siempre es bueno dejar clara la profundidad de la afirmación anterior, que está en el corazón de los Influencers. En esta declaración, vemos tanto la muerte espiritual como la vida espiritual. Cuando abandonamos nuestros derechos sobre nosotros mismos, esencialmente estamos haciendo una declaración de vida similar a la de Pablo en el sentido de que hemos sido crucificados con Cristo y el viejo hombre ya no está aquí. Cuando confiamos absolutamente en Cristo, nosotros, de hecho, llegamos a estar espiritualmente vivos en Cristo como nunca antes. Esta nueva vida en Cristo está libre de las cadenas del pecado y de la carga de una filosofía de buenas obras impulsada por el rendimiento para ganar la eternidad. Somos vivificados en Su gracia, y somos vivificados para Su propósito. De hecho, para aquellos de nosotros que nos hemos aventurado a través de esas puertas de Abandono y Confianza en la Cámara Interior de la intimidad con Cristo, ¡les diremos que nunca hemos estado tan vivos! Pero no vino sin muerte. No es la muerte física que todos debemos enfrentar un día y no es la muerte espiritual que viene como resultado de los pecados. Es la muerte de la paga del pecado y de nuestros derechos sobre nosotros mismos.

"No es tonto el que da lo que no puede conservar para ganar lo que no puede perder" (Jim Elliot).

He descubierto que hay una pregunta que comienza temprano en la vida y nos sigue hasta el final de la misma. Es: "¿Qué pasa ahora?". Cuando somos niños, hacemos preguntas sobre la educación. Como adultos jóvenes, hacemos preguntas sobre un trabajo, un cónyuge o sobre los hijos. Como adultos mayores, nos hacemos esta pregunta sobre la jubilación. Pero la pregunta nunca es más conmovedora que cuando se hace al final de nuestra vida. Por lo tanto, he llegado a la conclusión de que la pregunta más importante que nos haremos y que debemos responder es: "¿Qué me sucede después de morir?". Creo que si esa respuesta no es respondida y establecida con firmeza, nunca podremos vivir la vida plenamente como Dios la ha creado. Siempre existirá la agonía de saber que no estamos preparados para el inevitable examen final. Uno no puede vivir plenamente su vida con esto colgando sobre él. Pero, si hemos respondido firmemente a esa pregunta y luego damos el siguiente paso para morir a nosotros mismos, entonces se nos dan todas las motivaciones y todos los recursos para vivir nuestra vida como Dios la creó. Por lo tanto, ¿cuál es la verdad más profunda que creo que Jesús estaba enseñando en el pasaje anterior? Creo que es esto:

"Hay una vida que lleva a la muerte y una muerte que lleva a la vida. Una vida no tiene futuro y la otra no tiene fin. Tengo dos vidas que vivir y dos muertes que seguir. Debo elegir sabiamente, porque lo que elija lo tendré para la eternidad".