La esposa de Job

Como vimos en el pasaje de ayer, la respuesta de la mujer de Job a su sufrimiento fue aconsejarle que maldijera a Dios. A estas alturas, conviene recordar que todo lo que le había sucedido a Job también le había sucedido a ella. Ella también había perdido a sus hijos. Había visto cómo su marido perdía sus ingresos y su casa había sido destruida. Ahora se enfrentaba a la perspectiva de cuidar sola a su marido enfermo (habían matado a todos sus criados). No es de extrañar que le diera a Job los consejos que le dio.

¿Cuál es la conclusión? El pasaje deja claro que la mujer de Job le dio un mal consejo. Pero cuando reflexiono sobre sus circunstancias, puedo entender cómo y por qué llegó a donde llegó. La mujer de Job nos recuerda que muchas personas se enfrentan a circunstancias difíciles. Si estamos de acuerdo o no con sus respuestas a tales circunstancias no es el punto, nuestro papel es mostrar compasión y tratar de caminar junto a la gente a través de las peores experiencias que enfrentan. Si la mujer de Job hubiera tenido un hombro compasivo sobre el que llorar en forma de amiga o hermana, quizá Job no la habría llamado mujer insensata. Tal vez ella habría tenido una respuesta diferente y un mejor consejo. Y tal vez habría sido descrita como un activo para su marido, al igual que Abigail lo fue para Nabel.

1 Samuel 25:32-34 - David dijo a Abigail: «Alabado sea el Señor, el Dios de Israel, que te ha enviado hoy a mi encuentro. Que seas bendecida por tu buen juicio y por impedirme derramar sangre hoy y vengarme con mis propias manos. De lo contrario, tan cierto como que vive el Señor, el Dios de Israel, que me ha impedido hacerte daño, si no hubieras venido rápidamente a mi encuentro, al amanecer no habría quedado vivo ni un solo varón perteneciente a Nabal» (LBLA).

Preguntas para reflexionar: ¿Tengo amigos con los que pueda llorar y lamentarme? ¿En quién de mi círculo puedo ser un hombro para llorar?

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