Haz una ReverenciaMuestra

¿En qué piensas cuando escuchas la palabra «fuerte»? ¿Piensas en un atleta, un superéroe o quizás en un gorila? Cuando pensamos en fuerza, a menudo pensamos en poder y capacidad física. Aunque eso tiene sentido, no es a lo que se refirió el apóstol Pablo cuando escribió eso en su carta a los Corintios. Él llamó a todos sus lectores a encontrar fuerza en medio de su debilidad. Sí, leíste bien, y sí, parece contradictorio. Como seguidores de Jesús, nuestra fortaleza viene de saber que no podemos hacer las cosas solos. Simplemente no somos suficientemente fuertes, pero con el poder de Dios, podemos serlo. Lo que nos da acceso a ese poder en nuestra vida es admitir nuestra debilidad: reconocer que necesitamos la ayuda de Dios para vivir conforme a nuestro llamado. Cuando nos humillamos y pedimos ayuda a Dios, su poder trabajará en nosotros para darnos la fuerza de hacer… bueno, ¡casi cualquier cosa!

Esta semana, reflexiona sobre un área de tu vida en la que te has visto tentado a manejar algo en tus fuerzas. ¿Qué significaría para ti acercarte a Dios con humildad y pedirle de sus fuerzas para hacerlo con su ayuda?