El principio de identidad

Cada persona tiene una identidad, y dentro de ella Dios ha puesto un diseño y un llamado únicos.

¿Acaso hay mayor decepción que la sensación de un rompecabezas sin terminar? Hay un nivel de decepción y frustración que entra en nuestros corazones cuando intentamos resolver o localizar las piezas que faltan en nuestras vidas. Cuántas veces intentamos remodelarnos para encajar en el molde en el trabajo, en un grupo de amigos o incluso en nuestros propios hogares. 1 Pedro 2:9 dice: ”Pero ustedes son descendencia escogida, sacerdocio regio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable". Claro, podrías tomar una pieza de otro rompecabezas y tratar de forzarla para que encaje, pero nunca pertenecerá verdaderamente a ese espacio específico, y no es porque tenga algo malo. Es porque nunca fue diseñada para completar ese rompecabezas específico. Incluso si metieras esta pieza que no encaja en el lugar vacío, no sólo estarías distorsionando el diseño original de la pieza en sí, sino que también distorsionaríais la bella imagen que se pretendía crear con este rompecabezas ya terminado. No puede quedar plano, y ahora el diseño de la pieza que no encaja está doblado, y queda deteriorado. Además, sin esta pieza faltante, el rompecabezas siempre estará incompleto, y ya sea que te des cuenta o no, tienes que tomar una decisión. Puedes conformarte con un rompecabezas deformado e incompleto, o seguir buscando esa única pieza que falta. La identidad se parece mucho a un gigantesco rompecabezas: una mitad conforma su singular diseño, y la otra mitad es el uso que se pretende dar a ese diseño. Tenemos que ver nuestro diseño y nuestro llamado de la misma manera: ambos importan. Como ves, se necesita tanto el diseño como el llamado para vivir de manera auténtica a partir de nuestra identidad tal y como Dios la concibió.

La identidad tiene dos componentes clave: nuestro diseño y nuestro llamado.

De manera muy elaborada, Dios creó a cada persona con un diseño específico. Este diseño se refiere a las cualidades, atributos y características únicas que nos hacen ser quienes somos. Esto incluye nuestra personalidad, talentos, habilidades y valores.

En Jeremías 1:4-10, somos testigos del designio de Dios sobre Jeremías como profeta incluso antes de su nacimiento. Dios, al decir: "Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado", ilustra la verdad de que Dios tiene una identidad y un propósito únicos para nuestras vidas ¡mucho antes de crearnos!

Nuestro llamado es la expresión de nuestro diseño. Abarca las diferentes formas en que nos relacionamos con el mundo y, en última instancia, le permite a Dios utilizar nuestro diseño de acuerdo con Sus propósitos. Alinear nuestro diseño y llamado con el plan de Dios para nuestras vidas es la forma en que vivimos de manera auténtica y con propósito.

En Mateo 16:13-19, Pedro declara: "Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente". Jesús le responde: "Yo te digo que tú eres Pedro (que significa "roca"). Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos". Cuando Pedro declara a Jesús como el Cristo, Jesús afirma la identidad y el llamado de Pedro, afirmando que él sería quien iniciaría y ayudaría a edificar la iglesia de Dios. Este versículo también demuestra el poder transformador de Dios, cambiando nombres y dando nuevas identidades a los que le siguen.

Además, en Juan 15:16, Jesús dice a Sus discípulos: "No me escogieron ustedes a mí, sino que yo los escogí a ustedes y los comisioné para que vayan y den fruto". En este versículo, Jesús recuerda a Sus discípulos que su identidad está fundamentada en haber sido elegidos y llamados únicamente por Él. Además, el buen fruto que damos proviene de la elección y designación de Cristo.

En lo que se refiere a nuestro designio y llamado, debemos buscar y adquirir discernimiento, comprendiendo en profundidad nuestra identidad. Este es el primer paso para alinear lo que somos con la voluntad de Dios, de modo que podamos relacionarnos eficazmente con Él durante toda nuestra vida. La realidad es que todos experimentamos diferentes acontecimientos en la vida y, lamentablemente, algunos acontecimientos pueden moldear negativamente nuestra identidad. El daño y la decepción pueden distorsionar nuestra identidad, mientras que la sanidad y un nuevo enfoque la restauran. La identidad influye en la forma en que nos vemos a nosotros mismos e interactuamos con los demás, ¡impidiéndonos o impulsándonos a cumplir el propósito que Dios nos ha dado!

La identidad tiene que ver con comprender quiénes somos según el diseño que Dios tiene para nosotros (diseño) y cómo nos llama a vivir (llamado). La identidad moldea todos los aspectos de nuestra vida. La identidad auténtica proviene de aceptar el diseño que Dios nos ha dado y de ajustar nuestro llamado a los propósitos de Su reino.

1. ¿Cómo definirías tu diseño único: tu personalidad, talentos, valores y experiencias que te hacen ser quién eres?
2. ¿Hay personas en tu vida que hayan identificado ciertas cosas en ti que quizá no habías visto antes en ti mismo? ¿De qué manera te impactó su punto de vista?
3. ¿De qué forma sueles buscar la aprobación o el valor en factores externos tales como los logros, el dinero, el estatus o la opinión de los demás? ¿En qué sentido esto pone en peligro lo que eres?
4. Reflexiona sobre tus intereses, pasatiempos o actividades que te llenan de alegría. ¿Alguna de ellas se ajusta a tu diseño único y lo refleja?