¡Cada pequeña ayuda cuenta!

Si alguna vez has hecho las compras en el supermercado Tesco del Reino Unido, recordarás que el eslogan de la empresa era "¡Cada Pequeña Ayuda!". Tesco intentaba demostrar que cada céntimo ahorrado gracias a los precios más bajos de sus tiendas te ayudaba a ti, el cliente. Me acordé de este eslogan hace unos años cuando leí Nehemías 3. Ahora se preguntarán ¿qué tiene que ver Nehemías con Tesco? Pues bien, lo que más me llamó la atención fue que todas las contribuciones a la reconstrucción del Muro eran importantes. La contribución de nadie se consideraba superior a la de los demás. Algunos sólo podían construir la parte frente a sus casas, mientras que otros podían hacer más.

Algunos contribuyentes fueron nombrados, pero otros no. Pero la contribución de nadie fue olvidada, ignorada o menospreciada. Ninguna contribución se desperdició. Cada contribución ayudó a restaurar el Muro de Jerusalén.

Mientras leía el texto aquel día, el Espíritu Santo empezó a recordarme a personas de mi iglesia local que nunca habían subido a un estrado, pero que habían contribuido a la construcción de la iglesia de alguna manera. Ya sea como ujieres, limpiando, ayudando en la iglesia de los niños, dando la bienvenida, en la hospitalidad o en el equipo de audio. Me imaginé al Señor leyendo una lista con todos sus nombres, algunos todavía sirviendo en esa capacidad, otros no. En ese momento recordé que "todo ayuda". Ya sea 5 minutos, un día o 50 años limpiando baños o dirigiendo un grupo pequeño, ¡todo cuenta!

La mayoría de nosotros creemos que "¡Cada pequeña ayuda cuenta!" cuando se trata de nuestras finanzas. Intentamos ser conscientes del destino de nuestros céntimos. Adoptamos plenamente el mandato de nuestro Salvador de recoger los pedazos para que nada se desperdicie cuando se trata de dinero.

Juan 6:12 - "Y cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: Recoged los pedazos que quedan, para que nada se pierda" (RVA).

Pero, ¿cuántos de nosotros utilizamos esta misma mentalidad en nuestro trato con la gente? ¿Cuánto valoramos las contribuciones más pequeñas que las personas hacen a nuestras iglesias, empresas o lugares de trabajo? ¿Nos centramos más en la eficiencia que en las contribuciones individuales? ¿Nos estamos perdiendo algo cuando ignoramos las contribuciones pequeñas o limitadas que hacen las personas porque adoptamos un enfoque de todo o nada? Hace poco escuché a un predicador decir que Nehemías tardó 52 días en un proyecto de construcción que debería haber durado entre 10 y 15 años. ¿Quizás una de las razones por las que esto fue posible fue porque él, guiado por el Espíritu, recogió los fragmentos para que nada se perdiera?

Preguntas para la reflexión: ¿Valoro a las personas y sus aportaciones? ¿He ignorado a alguien porque pensaba que lo que aportaba era demasiado poco? ¿Necesito pedir perdón cuando he devaluado el esfuerzo o la contribución de alguien (o la mía propia)? ¿Me he descalificado a mí mismo porque he pensado que mi contribución es irrelevante o demasiado pequeña? ¿He pedido al Espíritu Santo que me ayude a valorar las contribuciones independientemente de su tamaño y sabiduría para dirigir a las personas?

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