Conspiraciones InternasMuestra
Es absurdo creer que podemos ocultar nuestras vidas a Dios. La historia de Ananías y Safira es un claro relato de las consecuencias que implica creer y actuar premeditadamente en contra de la naturaleza de Dios. Hechos 5 nos narra un precedente en el que la Iglesia primitiva comprendió que con Dios no se puede jugar.
Pedro pregunta de forma confrontativa acerca del dinero prometido por este matrimonio que decidió robar y mentir al Espíritu Santo:
—Ananías —le reclamó Pedro—, ¿cómo es posible que Satanás haya llenado tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo y te quedaras con parte del dinero que recibiste por el terreno? En complicidad con su esposa, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles (Hechos 5:2-3).
Cómplices del error, cedieron ante la tentación. Permitieron que el amor al dinero les robara su devoción y su temor a Dios. Y es que realmente este es el factor detonante: cuando somos permisivos con el pecado. Es probable que minimizaran el pecado que cometieron, lo que los engañó y cegó para no ver la catástrofe que se avecinaba para ellos.
Cuando mentimos (o cometemos cualquier otro pecado), le damos lugar a la muerte, y queridos, este no es el plan de Dios para nosotros. Dios desea que vivamos en luz y en verdad. Es por eso que, de forma paciente, preguntó a ambos (Ananías y su esposa Safira) cada uno por separado.
Es triste ver cómo ninguno de los dos puso límite a su delirio y error. Ambos permitieron que Satanás llenara sus corazones de mentira.
La gran pregunta es: ¿De qué está lleno nuestro corazón? Nuestras decisiones dan lugar y un permiso legal al engañador para afectarnos espiritualmente.
La realidad es que Jesús vino a morir por cada uno de nosotros, con el fin de que ninguno tuviera que morir en nuestros pecados.
Arrepentirnos es la respuesta, y me agrada saber que existe una esperanza para cada uno de nosotros.
Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no está en nosotros (1 Juan 1:8-10).
La clave está en confesar nuestro error, aun cuando Dios ya lo sabe todo.
Dios desea oír de nuestra propia boca que estamos arrepentidos de la vida que hemos estado llevando.
Hoy deseo que entiendas que Jesús promete liberarnos de la muerte y del poder del pecado.
Y darnos una esperanza que no nos avergüenza.
Hoy es el tiempo preciso para volvernos a Él.
Jesús, te pedimos perdón por nuestros errores y pecados. Estoy consciente de la vida que he estado llevando y reconozco que te necesito. Te pido que me des la gracia para seguir adelante en la fe y guardar mi corazón para tu venida.
Rindo mis luchas, mis deseos y mis errores. Te pido que me ayudes en mi devoción por ti.
Amén.
Escrituras
Acerca de este Plan
Este plan tiene como objetivo mostrarnos la importancia que tienen nuestras intensiones del corazón para con Dios. Es una verdad que Jesús vino a impregnar de luz el corazón de quienes le confian su vida a Él. Te permitirá reflexionar en aquellos secretos internos que, como todos, necesitamos entregar al pie de la cruz; y encontrar en Jesús la vida que prometió darnos.
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Nos gustaría agradecer a Caleb Acuña por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/caleb_blog/profilecard/?igsh=NXFreGJmbGkyc3dh