Navidad: El Nacimiento Que Cambió El MundoMuestra

Una vida extraordinaria

Las profecías acerca del Mesías ya se han cumplido, Él ha nacido, en un pesebre en Belén, un niño cuyo destino estaba trazado desde siempre, humano y Dios a la misma vez. No hubo pompa ni lujos en su nacimiento, a pesar de tratarse de Hijo del Señor de Señores, del Rey de Reyes.

Amó al mundo desde que aceptó dejar su trono celestial y nacer de la simiente de la mujer. Amó al mundo desde que vivió consagrando su vida en pureza, paciencia y sabiduría. Amó al mundo llenándolo de compasión y milagros. No vino a condenar, sino a salvar. No vino a castigar, sino a perdonar. Con su ejemplo nos enseñó a tolerarnos unos a otros, a pagar bien por mal, a ayudar y orar por nuestros enemigos. Fue un magnífico visionario, que dignificó a los excluidos y despreciados. Sus armas no eran forjadas con metales, sino con sus enseñanzas, palabras y sinceridad. Nos enseñó a tener fe y esperanza, nos mostró que es posible un mejor mañana, que la muerte ha sido vencida y que nuestro futuro es mucho mejor que nuestro presente porque estaremos con Él eternamente. Nada ni nadie fue, ha sido o será capaz de arrebatarle la victoria sobre el mal. Sus promesas son tan extraordinarias y grandiosas como su gran amor, pero la mejor parte de todo, es que es real, está vivo, reina a la diestra del Padre y un día, vendrá por nosotros, lleno de gloria y majestad. El niño se hizo hombre, el hombre triunfó, ganó la batalla y ascendió nuevamente al Cielo, prometiéndonos estar con nosotros cada día y dejándonos un nuevo compañero: el Espíritu Santo, ahora el Emanuel (Dios con nosotros), se convirtió en Dios en nosotros, cada día de nuestra existencia, nunca estaremos solos.

Si todavía no has creído en Jesús, si no lo has aceptado como tu Señor y Salvador personal, si no te has confesado con Él acerca de tu naturaleza pecaminosa, te invito ahora mismo, es el momento ideal para empezar una relación de perdón y amor con Jesús, lo único que se necesita es hacer una pequeña, pero sincera oración.

ORACIÓN

Señor Jesús, te acepto y te necesito en mi corazón. Vengo ante ti reconociendo mis pecados y fallas, perdóname y sé el Señor de mi vida, muéstrame tu gran amor y misericordia y ayúdame a cambiar mis faltas. He sabido de tus promesas y grandes obras, de lo que hiciste por cada uno de nosotros y te lo agradezco y te rindo honor y gloria. Gracias por ser mi Salvador. Amén y amén.