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Salmo 121: Dios Es Nuestro Guardián

DÍA 1 DE 3

¿En qué o en quién confías para que te proteja y cuide?

¿De dónde proviene nuestro auxilio en los momentos difíciles de la vida? ¿Quién es capaz de intervenir de forma salvadora a nuestro favor en medio de nuestras adversidades y pruebas? Y más importante aún, ¿a dónde iremos (acudiremos) a pedir auxilio en el momento oportuno?

¿Dónde poner la confianza, sin temor a ser defraudados?

Los hombres caen, las personas defraudan, los amigos nos abandonan, las instituciones fracasan. Vivimos en un mundo poco confiable. Pero el salmista nos dice que podemos confiar en Dios quien es fiel, inmutable y Todopoderoso.

¿En quién poner la confianza para ser guardado y protegido?

¿En el gobierno y autoridades de turno? ¿En las leyes del país? ¿En la policía? ¿En el dinero? ¿En la familia? La verdad es que todas estas cosas pueden fallarnos tarde o temprano; son limitadas y variables; no son infalibles, inerrables, ni permanentes. Pero el Salmo 121 nos muestra quien infaliblemente nos puede proteger y cuidar. Esa persona es Dios.

Dios no es como las personas e instituciones de este mundo: cambiantes, sujetas a corrupción, falibles, influenciables negativamente. Él es infalible e inerrable. No se cansa, ni fatiga, ni se desilusiona o desanima, ni se distrae; no necesita dormir, no tiene debilidades. Es Inmutable, Omnipresente, Todopoderoso, Omnisciente. Es cien por ciento seguro y confiable.

Él es más grande que todos los problemas, peligros, enemigos y conflictos. Nada ni nadie está por encima de Él. Él es la autoridad y apelación final; y todo está sujeto a Él. Dios gobierna soberanamente. Es por eso que podemos poner toda nuestra confianza y seguridad en Él, sabiendo que Él puede protegernos y mantenernos seguros.

Una protección segura durante nuestro peregrinaje en esta vida

El Salmo 121 narra la jornada que tenían que hacer los judíos cuando subían a las fiestas anuales a adorar en el templo en Jerusalén. Esa era una jornada ardua, difícil y larga, con días caminando bajo el intenso calor del sol y la luna en la noche. No había carreteras pavimentadas, y la mayoría del camino eran senderos atravesando los valles, bordeando ríos y desfiladeros entre las montañas. Se necesitaba de mucha fortaleza y determinación para esta dura jornada, en la que solo en Dios encontraban la fortaleza necesaria para completar el viaje. Dios mismo era quien los sostenía y guardaba de todo mal.

¿De dónde vendrá mi socorro? El salmista no tiene ninguna duda de cómo contestar esa pregunta: mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. El salmista responde en forma concreta, específica, existencial y práctica: mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.

Esa confianza está depositada en un Dios que es fiel y Todopoderoso. El salmista declara que su confianza viene de Jehová que hizo los cielos y la tierra. Esta declaración exalta el poder infinito de Dios como Creador de todo lo que existe. Así la fe para confiar en Dios está motivada por la potencia creadora de Él. Es como si el salmista estuviera diciendo, “si Dios tiene el poder para crear los cielos y la tierra, tiene la capacidad para socorrerme en cualquier situación”.

Todo nace de las manos de Dios; por lo tanto, en Él reside la potencia para el auxilio, pues Él sustenta, gobierna soberanamente y controla su creación. Sobresale en esa declaración una confianza profunda en que, si Dios es el autor de todo lo que existe, también es suficiente para proteger a sus criaturas.

Mi socorro viene del Señor declara una ayuda poderosa y continua. Una ayuda que no proviene de ninguna institución u hombre alguno; ni de falsas religiones, ciencia, gobierno, ejército, etc., sino solamente viene de Dios.

Necesitamos desarrollar la actitud de búsqueda de Dios en momentos de dificultad

Ahora, si bien este salmo declara que en Dios está el oportuno socorro, también subraya la necesidad de acudir a Él en momentos de adversidad y peligro, como la primera y única opción. Alzaré mis ojos a los montes es una metáfora que ilustra la búsqueda de Dios en momentos de dificultad.

En el contexto de este salmo, la referencia es a los lejanos montes de Jerusalén mientras se viajaba hacia la ciudad para cumplir su peregrinaje. Así, lejos del lugar de culto designado (centro de la adoración externa), mientras levanta los ojos hacia las montañas distantes, el peregrino se da cuenta, que, si bien está lejos de Jerusalén, no está lejos de Dios, quien le custodia y guarda mientras hace el viaje. El peregrino entendía que no necesitaba llegar a Jerusalén para poder estar bajo el cuidado protector de Dios, porque Él lo cuidaba durante el viaje. “Lo que nos está diciendo es que su mirada no se detuvo cuando miró hacia los montes, sino que miró más allá de ellos, puso su mirada en Dios, quien hizo las montañas” (Boice).

Escrituras

Día 2

Acerca de este Plan

Salmo 121: Dios Es Nuestro Guardián

¿De dónde viene nuestra ayuda? El Salmo 121 afirma que la ayuda viene del Señor, creador de los cielos y de la tierra. Este salmo resalta la constante vigilancia de Dios sobre los suyos, quien no se toma descanso ni duerme, guardando a su pueblo de todo mal. El Salmo 121 ofrece consuelo y seguridad a los creyentes en sus viajes físicos y espirituales. “Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra".

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Nos gustaría agradecer a Arnoldo Arana por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://vidaefectiva.com/