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Cambio, Conectarnos Con Nuestra EsenciaMuestra

Cambio, Conectarnos Con Nuestra Esencia

DÍA 2 DE 3

El mensaje que traía Moisés con la ley en esencia era llevarnos a la conclusión de que todos éramos pecadores porque no podríamos cumplirla completamente y eso nos separaba de Dios, por ello, necesitábamos de un salvador que nos lleve de la separación de muerte hacia la comunión de la vida con Dios.

El día de ayer vimos que no podría haber cambio si nos anclábamos a mirar desde el pasado y que el querer cambiar a otros a nuestra imagen y semejanza solo trae dolor.

Hoy vemos que hay otro obstáculo más a vencer: Quedarnos atorados en el punto de inicio.

Es interesante que los cristianos oremos por el pueblo judío para que ellos puedan abrazar el camino de la redención y reconciliación por medio de Jesús, pero muchas veces, por nuestro auto rechazo, culpa o tristeza, nosotros también dejamos de transitar por ese camino.

Moisés tenía un velo que al inicio ocultaba el brillo de un rostro que había hablado con Dios, pero el texto dice que ese brillo fue perecedero y Pablo usa esa metáfora para mostrar que existe un velo que impide a los no cristianos ver al Jesús el Salvador que puede cumplir en sí mismo la ley y redimir a la humanidad.

Sin embargo cuando nosotros los cristianos nos estancamos en el punto de inicio y no nos conectamos con Dios para cambiar, es como si tuviéramos un velo donde la tristeza y el dolor por fallarle en lugar de llevarnos a abrazar el perdón y mostrar la gloria de una vida redimida, nos lleve a ocultarnos de Dios, sumirnos en una vida de culpa y vergüenza que nos haga vivir de apariencias.

Nos cuesta ostentar el título de "vida perdonada y redimida" y optamos por un "velo" al que llamamos éxito, religiosidad, vida moral aceptable etc. Aunque en la intimidad sabemos que nuestro rostro dejo de resplandecer con la presencia de Dios nos sentimos obligados a presentarla imagen de lo que "deberíamos ser" para ser aceptados.

Hay un dicho que dice "Cuando el sabio señala la luna el necio mira el dedo", Cuando nos estancamos en el auto rechazo de la caída esto se puede convertir en una tumba donde abrazamos una imagen distorsionada de nosotros mismos o de Dios y somos presos de las acusaciones del enemigo.Pero Dios nos señala otro camino.

¿Qué hacemos cuando el Espíritu Santo nos revela nuestro pecado? ¿Lo negamos? ¿No se lo confesamos? ¿Lo racionalizamos con explicaciones cómodas para que sea tolerable vivir con eso que nos ata? Todo eso en la práctica es ignorar al Salvador que ya vino y que nos muestra el camino de la reconciliación y redención.

Que Dios nos conceda ser prontos en arrepentirnos para volver a conectarnos con él y así reflejar su gloria eterna en una vida que resplandece no por un velo fabricado de apariencias, sino con la cara descubierta de una vida que se sabe perdonada.

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