Cambio, Conectarnos Con Nuestra EsenciaMuestra

Cuando algunas personas de Corinto cuestionaban a Pablo, él podía escoger mirarse por esos lentes y sentirse condenado a nunca anunciar este evangelio o abrazar la libertad del Espíritu y mostrar la gloria de Dios en su vida.

Las comparaciones o juicios del ser humano pueden ser crueles, condescendientes o limitados por una moral nacida de una interpretación superficial y ligera que solo alcanza a leer las letras, pero no alcanza a conocer el corazón del Dios que las mando escribir. Esto también te impide cambiar o lo que es peor te deforma o cambia para mal.

Como vimos en los dos días anteriores, podemos quedarnos estancamos en la culpa y nunca avanzar a la transformación, podemos escoger una identidad menos incómoda que nos vista de nuestras propias justicias o velos para no recorrer la vida con la autenticidad de un ser perdonado y redimido.

Pero también tenemos este obstáculo para cambiar: Mirarnos con los ojos de los hombres o del dios de este siglo que puede tener muchas medidas y formas.

Decidir actuar guiados por la libertad que nos da el Espíritu implica renunciar a actuar de forma oculta, avergonzada o acomodada a nuestra conveniencia. Es buscar tercamente estar delante de Dios y así presentarnos y recomendarnos a los hombres. Mostrar la gloria de Dios en nuestra vida y a la vez ser conscientes que somos vasos de barro. Esto hará que nos elevemos por encima de los juicios que los demás hagan de nosotros y mirarnos con los ojos de Dios.

Todos los días tenemos que escoger, mostrar un velo de falsa justicia o definido por las apariencias del pasado que nos impide ser transformados por un Dios eternamente presente o mostrar la gloria de un Dios que nos transforma constantemente porque reconocemos es Cristo quien siembra nuestra identidad y valor.

Quien se conecta así con él podrá admitir con igual humildad su propia condición necesitada y la gloria de quien puede reconciliarnos, redimirnos y transformarnos.

Conectarnos con nuestra esencia en Dios es lo que realmente nos cambia. Todo cambio que es parte de la eternidad no está atado a estar a tono con los tiempos o para es estar más preparados por lo que se viene, sino tiene que ver con ser transformados según la imagen que Dios ya tenía de nosotros en la eternidad.

Sea Dios cambiándonos a su imagen y semejanza y nosotros tengamos la voluntad de mirarle siempre.