Esperanza en Un Toque: La Mujer Del Flujo De SangreMuestra

La fe verdadera confía en el poder y la misericordia de Cristo.
La mujer con el flujo de sangre demostró una fe extraordinaria: no buscaba un gran gesto o una oración elaborada, su fe se manifestó en la convicción de que el poder de Cristo era tan grande que incluso tocar el borde de su manto sería suficiente para su sanación.
Esta fe no era una fórmula mágica ni una superstición, era una confianza profunda en la persona y el poder de Jesús. La mujer reconocía que su sanidad no vendría de un acto físico, sino de la misericordia y el poder del Señor.
Hebreos 11:6 nos recuerda: «Y sin fe es imposible agradar a Dios. Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que recompensa a los que lo buscan». La fe de esta mujer agradó a Dios porque se basaba en quién era Jesús, no en lo que ella podía hacer.
Como mujeres de fe, a menudo nos enfrentamos a situaciones que parecen desesperadas. La lección de esta mujer es que la fe verdadera no depende de nuestra fuerza o acciones, sino de la confianza total en el poder y la misericordia de Cristo.
- Aprende: ¿Qué nos enseña la fe de esta mujer sobre la naturaleza de la confianza en Cristo? ¿Cómo se diferencia esta fe de la superstición o el pensamiento mágico?
- Vive: Reflexiona sobre un área de tu vida donde necesitas confiar más plenamente en el poder y la misericordia de Cristo y responde: ¿Cómo puedes expresar esa confianza hoy?
- Lidera: Comparte con tu grupo sobre un momento en que tuviste que confiar completamente en Cristo, más allá de tus propias capacidades y juntas respondan: ¿Cómo podemos ayudarnos mutuamente a cultivar una fe que se centre en quién es Cristo, más que en lo que nosotras podemos hacer?
Oración
Señor Jesús, aumenta nuestra fe. Ayúdanos a confiar plenamente en tu poder y tu misericordia, más allá de nuestras propias fuerzas o habilidades. Que nuestra fe, como la de esta mujer, se centre en quién eres tú, no en lo que nosotras podemos hacer. Fortalece nuestra confianza en ti, especialmente en los momentos más difíciles. En tu nombre oramos. Amén.
Escritura
Acerca de este Plan

¡Imagina haberlo intentado todo y seguir sin solución! Así estaba esta mujer: sin fuerzas, sin opciones… hasta que tocó a Jesús. En un instante, su cuerpo fue sanado, pero ahí no terminó la historia. Jesús no sólo restauró su salud, sino también su corazón y su identidad. Demostrándonos que Dios ve, valora y responde a quienes se acercan a Él con fe sincera.
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Nos gustaría agradecer a Reformadas por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: www.reformadas.com
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