El OrgulloMuestra

Un manto y una toalla llamados humildad
"Luego echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura" (Juan 13:5 NVI).
En casas, trabajos, iglesias, en el día a día se debería colocar un letrero que diga: “Se necesitan con urgencia lavadores de pies”. Esto se debe a que muchos con una jerarquía dada como las de padre, jefe, líder, pastor o coordinador, entre otros, solamente quieren que les sirvan por el simple hecho de poseer ese título.
En la antigüedad, lavar los pies era una de las funciones más bajas que existían. Pero las personas no nos damos cuenta de que los pies son supremamente importantes. Desde pequeños estamos pendientes de ellos, tan es así que son las primeras huellas que nos toman. Cuando crecemos, todos están pendientes de nuestros primeros pasos. Los pies sirven para huir, sirven para cruzar puertas. Cuando fallamos, decimos que "metimos la pata" (los pies). En nuestros últimos días, recordamos los pasos que dimos.
Cuando el Señor tomó la decisión de lavar los pies, quería que los discípulos y nosotros aprendiéramos la relevancia de lo que Él hizo y que esto lo aplicáramos en todos los lugares donde Él nos ha colocado, comenzando por el lugar más importante nuestra vida: la casa, tu familia.
Seis cosas que nos enseña el Señor:
1. Jesús sabía que el Padre le entregó todo poder (Juan 13:3). Toda autoridad que nos ha sido dada es por designio y aprobación de Dios, no por méritos nuestros.
2. Jesús mostró despojo dejando el manto de autoridad y tomando la toalla (Juan 13:4). El Señor muestra la toalla como símbolo de servidumbre, de servicio, pero no perdió la perspectiva de autoridad, de realeza y de monarquía que tenía el manto.
Él en su humildad nos muestra que dejó de lado todo título dado para convertirse en siervo. ¿Por qué nosotros no hacemos lo mismo?
3. Jesús dio compasión, Juan 13:5, Cristo lavó los pies a un traidor, a uno que lo negaría y a aquellos cobardes que lo abandonarían en la cruz. Nuestro nivel de despojo se mide por nuestra compasión por los otros, no por el dolor de una herida que otros generaron.
4. Jesús enseñó que quien rechaza el servicio, no es amigo del siervo (del Señor), Juan 13:6-11. Nuestra culpa, nuestro dolor, nuestro orgullo, no nos permiten ver que el Señor desea limpiarnos. Si rechazamos su servicio y no seguimos su ejemplo lo rechazamos a Él.
5. Servir es imitar a Cristo (Juan 13:15-16).
El Señor, con humildad, da la orden de hacer lo mismo que Él. ¿Cuántas veces nos hemos creído más grandes que aquel que dio el ejemplo de lavar los pies?
6. Jesús quiere que seamos dichosos (Juan 13:17). ¿Quieres tener dicha? El servicio hecho con humildad y sin esperar recompensa, otorga satisfacción y bendición por lo que hemos hecho.
Oremos:
Amado Padre Celestial. Ayúdame a vivir con la consciencia clara que existo para servir a otros. Anhelo seguir tu ejemplo, ayúdame a despojarme de lo que no me permite estar al servicio de otros. Renuncio a vivir con orgullo esperando a que todos me sirvan y deseo convertirme en alguien que deje un legado de amor y servicio a los demás.
Acerca de este Plan

Te queremos invitar a reflexionar sobre cómo el orgullo interfiere en tu relación con Dios y con los demás. A través del ejemplo de Jesús, se destacan valores como la humildad, el servicio, la compasión y la dependencia total de Dios. Cada día abordaremos una faceta del orgullo —posición social, apariencia, éxito, reputación— confrontándola con la verdad bíblica. Es un llamado a renunciar a la autosuficiencia y abrazar el carácter de Cristo, quien nos mostró que el camino a la verdadera grandeza es la humildad.
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Nos gustaría agradecer a Casa Sobre la Roca, Iglesia Cristiana Integral por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: casaroca.org
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