Empoderados para Testificar

Un puñado de hombres comunes y corrientes, llenos de Dios y de Su espíritu, encendieron una llama que sigue ardiendo hasta el día de hoy. 12 hombres, sin influencia política, sin armas, sin dinero, conquistaron el imperio romano con la fe. ¿No te parece extraordinario?

Su maestro también es el tuyo y el mío: Jesús.

Así como los tomó a ellos para una gran obra, también lo quiere hacer con nosotros. Lo extraordinario es que tú y yo estamos aquí, como fruto de aquellos. ¿Te das cuenta? Tú y yo fuimos alcanzados por las buenas nuevas del reino de Dios que se empezó a difundir después de la resurrección de Jesús por estos hombres.

El mensaje de Jesús recorrió la tierra, avanzó y avanzó. Fue pasando por naciones y pueblos a lo largo de los siglos, estableciendo Su reino en la tierra, conquistando corazones por todas partes. Hoy sigue vivo y real, llenando de paz a los que lo toman y creen.

Conocer a Jesús, el Rey de reyes, de forma personal, nos hace parte de ese reino. Somos conciudadanos de una nación que trascendió la historia, que crece, que no tiene fronteras, formando un pueblo escogido que se ha mantenido vivo más que cualquier otro imperio.

El libro de los Hechos no solo es una narración histórica de cómo empezó a prenderse esa llama, es una invitación a continuar avivando lo que comenzó ahí. Comenzó con la llegada del Espíritu Santo, y fue prendiendo el corazón de cada creyente, impulsando esta llama a lo largo de los siglos. No es una emoción, es el poder mismo de Dios, para ser testigos y dar testimonio, compartiendo la fe, de creer en Jesús, quien nos sacó de la oscuridad y nos trajo a una luz que brilla en verdad.

Deja que esa luz brille en tu vida para que otros conozcan a Cristo, sin temor, pero con fe. Es todo lo que necesitas. Ahora te toca a ti y a mi contarles a los demás lo que Él ha hecho.

Oración: Señor, gracias por el privilegio de ser parte de tu Iglesia. Lléname de tu Espíritu para ser un testigo valiente en mi generación, quiero sumarme a todos los que antes de mi hicieron este trabajo para ti. Prende mi corazón con el mismo fuego de los apóstoles. Abre puertas para que con valor y confianza pueda dar testimonio de ti. Que mi vida refleje tu poder y amor. Te lo pido en tu nombre, Jesús, amén.

Esta semana busca en oración a esas personas específicas que están cerca de ti, pero lejos de Dios, a quienes puedas compartir el mensaje de Jesús.