Para La Mamá Que Anhela Adorar Como AntesMuestra

Adoración que deja huella.

Antes adorabas con manos alzadas. Ahora, muchas veces lo haces con una mano cargando a tu pequeño y la otra limpiando lágrimas. Ahora el mensaje del domingo se escucha entre pausas de llanto, o se interrumpe con un “¡mamáaaa!” que no sabe de reverencia.

Muchas mamás sienten que si no pueden adorar como antes, no vale la pena ir a la iglesia. Yo misma pasé meses sintiéndome incapaz de adorar, de cantar o siquiera escuchar los mensajes sin distraerme con mi hijo. Pero estar presentes, aunque sea con pausas sigue siendo una forma valiosa de adoración.

Hebreos nos recuerda algo vital: la congregación no es un lugar de entretenimiento espiritual, sino un espacio donde nos edificamos unos a otros. Estar presente con el corazón, participando como puedas, aun en medio de distracciones, tiene un valor eterno. Tu fidelidad deja huellas y siembra semillas de fe en la vida de tus hijos.

Cada instante que dedicamos a Dios en comunidad deja huella, no solo en nuestro corazón, sino también en el de nuestros hijos. Ellos aprenden por tu ejemplo que adorar a Dios junto a otros creyentes es valioso, que la adoración se vive en comunidad y que la fidelidad se demuestra incluso en medio de la rutina y el cansancio.

Acción del día:

Hoy, si sientes peso al ir a la iglesia, recuerda que tu presencia es valiosa para Dios y para tu familia. Da un paso más: busca a una líder, pastora o hermana con quien puedas compartir cómo te sientes. Deja que la comunión y el apoyo mutuo fortalezcan tu fe, porque Dios también nos anima a crecer juntos. Aunque cueste trabajo, abre tu corazón. Hacerlo no te debilita: te fortalece como hija de Dios y como mamá.