Orando La Sabiduria De Dios en tu VidaMuestra

Esperando con Sabiduría

Lectura:Salmos 27:13–14

EOAO: Salmos 27:14

Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; Sí, espera a Jehová.

DEVOCIONAL

Sé que esperar no es fácil.

Ya sea esperar una dirección, que se abra una puerta o una respuesta a una oración, esperar mientras confiamos en que el Señor actúe puede parecer que estamos quietas mientras el mundo avanza rápidamente. Sin embargo, es en esos días tranquilos intermedios cuando Dios amplía y fortalece nuestra confianza en Él.

David sabía mucho sobre esperar. También aprendió a confiar en el Señor todos los días de su vida. El Salmo 27 proviene del corazón de un hombre que enfrentó la traición, el peligro y la demora. Pero incluso en medio del miedo y la incertidumbre, David se aferró a quién era Dios: un Dios fiel, que cumple sus pactos y que nunca lo abandonó. Por eso pudo decir con valentía: «¡Confía en el Señor! ¡Sé fuerte y ten confianza!». No era pasividad ni frustración, sino fuerza bajo control. Era la sabiduría en acción.

Esperar, a los ojos de Dios, no es tiempo perdido, es terreno sagrado. Es en estos períodos sagrados de espera que Dios moldea nuestro carácter. Él fortalece nuestra resistencia, profundiza nuestra confianza y nos lleva a una fe que ya no depende de los resultados, sino que está anclada en una relación con Él. Nuestras oraciones se vuelven más sinceras. Nuestra dependencia es más real. Y nuestros corazones pasan lentamente de «Dios, ¿cuándo actuarás?» a «Dios, ayúdame a permanecer contigo mientras trabajas».

Ahí es donde entra en juego la sabiduría. Necesitamos sabiduría para confiar en que Dios está tan presente en la espera como lo está en el avance.

Así que recuerda, nuestra fuerza en la espera no proviene de resolverlo todo. Proviene de temer al Señor, anclar nuestros corazones en Su fidelidad y confiar en Su tiempo por encima del nuestro. La idea hebrea de la espera no es pasiva, sino activa, expectante y llena de esperanza.

Si hoy estás en una temporada de espera, querida amiga, ten ánimo. Confía en Dios. Él te ve. No te ha olvidado. Sus retrasos nunca son rechazos. Él está obrando de maneras que aún no puedes ver, y te invita a permanecer cerca, a confiar más profundamente y a esperar con ilusión. Su sabiduría es suficiente para sostenerte, momento a momento, día a día.